HARRY POTTER Y LA GENERACIÓN DORADA

Varios años atrás fui al cine en mi ciudad, Pergamino, con mi hijo Francisco, hoy de 19 años.
En ese momento tendría 11 o 12 y la película elegida era la última de la saga de Harry Potter.
Habíamos visto todas y cuando recién habían salido los libros le leí algunos capítulos cuando se iba a dormir.
Incluso recuerdo que se dormía y yo, entretenido con la lectura, seguía en voz baja, casi susurrando, devorando capítulos.
La consecuencia fue que en cada película que veíamos él se conocía todos los personajes, quién era cada uno y qué hacía.
Ahora íbamos a ver la última de la saga. Después de casi dos horas salimos de la sala con regocijo, pero distintos, o por lo menos eso sentía yo. Raro, ya que es una película de entretenimiento y ficción sin un “mensaje para pensar” de otro tipo de cine.
Francisco se encargó de desentrañar esa sensación. Papá. Hoy se terminó mi infancia, sentenció con voz firme de niño.
Por mi sorpresa obligada pregunté por qué decía eso. Con su sabiduría de niño me dijo, palabras más palabras menos: “estos personajes me acompañaron toda mi infancia y ahora se terminó”. dando a entender que culminaba una etapa.
Confieso que me emocioné pero contuve las lágrimas sabiendo que estaba en lo cierto. Terminaba una etapa de su vida ingresando a la pubertad, preadolescencia o como quieras llamarlo, y yo comprendí también que finalizaba una etapa para mí.
Anoche no hubo magia ni hechizos.
Con la derrota de la Selección de Basquet ante EEUU, sentí lo mismo y creo que todos quienes pasamos los cuarenta y acompañamos este proceso del básquet lo comprendimos. Y eso lo hicieron sentir los miles de hinchas que alentaron a pesar de la caída. Y los miles más que desde la distancia festejamos los puntos convertidos y nos esperanzamos con ese primer cuarto donde llegaron a adelantarse por 10.
Pero la realidad suele recordarte donde estás parado, qué caminos transitás… y cuántos calendarios ya pasaron.
Francisco ya no es más niño y yo no soy el mismo que hace 14 años.
Harry Potter tampoco.
Ver la imagen de Ginóbili recibiendo abrazos de todos sus compañeros y cuerpo técnico, el equipo estadounidense haciendo cola para felicitarlo. Esa imagen de retiro con la pelota del partido bajo el brazo. Fue emocionante y movilizante.
El Chapu Nocioni diciendo que hasta acá llegaba, que había que darle el paso a los jóvenes, escucharlo al Gran Capitán Luis Scola diciendo que nadie le había dicho que se iba y que el continuaría, como queriendo reagrupar a la tropa alistándola para más batallas, el respeto de los “nuevos”, Campazzo, Laprovittola, Deck, Brussino, Garino, que agachaban la mirada ante la imponencia y el respeto de los Dorados y hacia los Dorados.

La Generación Dorada quedará en la historia como la que cambió el básquet a nivel mundial.
Y no es un desvarío fanático. Lo reconocieron los propios entrenadores de la NBA y periodistas.
Y fue precisamente la Generación Dorada quien lo hizo a partir de los cachetazos a EEUU en 2002 y 2004. Lo contó y lo cuenta el actual técnico estadounidense Mike Krzyzewski, que asumió luego de las “gauchadas” argentinas, para reordenar el juego de la Selección estadounidense.
"Recuerdo que en el 2008, en Beijing, España había vencido a Lituania y nosotros debíamos enfrentar en la otra semifinal a Argentina. Estábamos por entrar al campo, en el túnel, donde el público no te ve, y unos metros atrás estaban los argentinos, bailando abrazados alentándose. Yo iba con Mike D'Antoni, uno de mis asistentes, y al ver eso le dije 'Mike, olvídate del scouting que hicimos, es a esto a lo que debemos vencer".
"El compromiso que tenían esos muchachos hacia su país y hacia el compañero, su hermandad, es lo que ocurre cuando tienes continuidad, compromiso y talento. Eso fue lo que quisimos crear con el programa de USA Basketball, buscar desarrollar un sentimiento que marque para quién estás jugando, no solamente ponerte una camiseta".
En el básquet la Generación Dorada marcó un rumbo hacia adentro y hacia afuera.
Ayer culminó una etapa en la que nos identificamos muchos por su juego en la cancha, el respeto a los rivales, el pensar en el todo y no en el uno, el equipo por sobre las personas. Resaltando valores de solidaridad y esfuerzo. El buscar sobreponerse ante las adversidades peleándole de igual a igual a quien sea.
Se terminó una etapa y quizás comience otra más prometedora.
Los que vengan deberán transitar el camino ya marcado. Y los que disfrutamos esta etapa desde el Premundial 2001, sólo por el hecho de jugar el deporte y amarlo deberemos aceptar que ya no estarán. No deberemos cargarlos a ellos de los brillos del pasado.
Serán “los nuevos” quienes expongan el suyo.
Gracias por tanto Generación Dorada.

Christian Devia, agosto de 2016.