EL CALYPSO DE JACQUES COUSTEAU, OLVIDADO EN FRANCIA

LA MÍTICA EMBARCACIÓN QUE RECORRIÓ NUESTRAS COSTAS EN 1972, SE PUDRE EN UNA BODEGA. En su época, el ...

Actualidad 01 de julio de 2015 Actualidad
LA MÍTICA EMBARCACIÓN QUE RECORRIÓ NUESTRAS COSTAS EN 1972, SE PUDRE EN UNA BODEGA.

En su época, el Calypso fue más que una embarcación de investigación oceanográfica. Compañero constante del afamado explorador francés Jacques Cousteau, el barco y su capitán acumularon más de un millón de millas náuticas juntos, desde el mar Rojo y el Amazonas, hasta la Antártida y el océano Indico.

Ahora, todo lo que se puede ver es su escuálido casco, que se extiende fuera de una bodega en la pequeña ciudad portuaria de Concarneau, en la costa de Britania, en el oeste de Francia. Es difícil reconocerlo como el mismo barco que fue protagonista en películas que ganaron premios y en aventuras televisadas que empezaron a mediados de los 1950 y se extendieron hasta los 1980. Durante esos años, el Calypso y Cousteau se convirtieron en íconos de un vibrante movimiento ecologista, elevando la conciencia sobre las maravillas y la fragilidad de los océanos del mundo. Sus viajes dieron fama a la pareja e hicieron que fueran sinónimo del romance de la exploración marina, al buscar tiburones, esponjas marinas y naufragios por todo el mundo.

Hoy, el Calypso se pudre en una bodega a donde lo llevaron para repararlo en el 2007. Despojado del metal y la madera que lo revistió alguna vez, las hierbas se enroscan en las vigas de madera del armazón y el barco es ahora un símbolo de cómo Cousteau se desvaneció de la memoria colectiva, y de cómo, a pesar de la tradición naviera francesa, ni el gobierno ni sus herederos han encontrado una solución para restaurarlo.

Cousteau, el principal oceanógrafo del país y defensor del ambiente, fue tanto un empresario como un científico, y, astutamente, reconoció que para poder obtener financiamiento, la investigación científica tenía que ser atractiva para una audiencia popular. Al pulir la filmación submarina, hizo justo eso, y creó una riqueza en la documentación de la vida bajo las olas de los océanos.

Sin embargo, Cousteau dejó pocas directrices claras en cuanto a lo que debería hacerse con el navío que lo acompañó en sus exploraciones durante más de 40 años, cuando murió a los 87 años en su casa de París, en 1997. Todavía en uso en 1996, el Calypso estaba en el puerto de Singapur cuando una barcaza chocó accidentalmente contra él, hundiéndolo hasta el lecho marino. Sacarlo a la superficie llevó días y mucho más tiempo regresarlo a Francia.

Aún cuando la Sociedad Cousteau --una organización ambientalista sin fines de lucro fundada por el explorador-- emprendió la restauración a su muerte, hubo demandas y disputas que provocaron que el armazón de madera se pudra y se oxide su famosa nariz falsa con una cámara submarina.

"Es deprimente ver que nadie llega a ser su patrocinador", comentó Pascale Baldier-Chassaigne, el director general de la Asociación para el Patrimonio Marítimo y Fluvial, al describir al barco como "mítico" y "emblemático" para Francia. El año pasado, la Asociación designó al Calypso parte del patrimonio cultural marítimo del país, pero el Estado todavía lo tiene que considerar monumento nacional para que haya posibilidad de que compita por financiamiento para su preservación.

"Apenas si sorprende el abandono en el que está", dijo Gérard D'Aboville, el capitán de PlanetSolar, un navío de investigación, impulsado por energía solar. "A pesar de las amplias costas y muchas islas de Francia, el gobierno nunca mostró gran entusiasmo en la preservación de sus barcos".

The New York Times

   

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