

La selección Sub 20 de Chile sufrió una dura derrota por 2-1 ante Egipto, pero aun así logró la clasificación a los octavos de final del Mundial que se disputa en su país. El resultado dejó al elenco trasandino en la segunda posición del Grupo A, con apenas tres puntos, al igual que Egipto, aunque la Roja avanzó por tener menos tarjetas amarillas. Una definición agónica para un equipo que mostró poco juego, pero se benefició del reglamento.


Tanto Chile como Egipto cerraron la fase de grupos con idéntica diferencia de gol y misma cantidad de goles a favor, por lo que el criterio de desempate terminó siendo el fair play. Los egipcios sumaron más tarjetas y eso los dejó afuera del torneo, pese a haber vencido en la última fecha. Fue un desenlace insólito en un grupo parejo y de bajo nivel.
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La selección anfitriona había comenzado bien el encuentro. A los 26 minutos del primer tiempo, Javier Cárcamo condujo por el centro, superó marcas con claridad y definió cruzado desde la puerta del área para abrir el marcador. El gol generó ilusión, pero no alcanzó para sostener el resultado.
Egipto no tardó en responder. Apenas iniciado el segundo tiempo, un córner desde la izquierda encontró el cabezazo certero de Ahmed Abdin en el primer palo, quien la colocó al otro lado del arquero. A partir de ahí, el partido fue de ida y vuelta, con poco juego asociado pero mucha tensión.
Cuando el empate parecía inevitable, Egipto encontró el triunfo en el descuento. A los 94 minutos, Omar Khedr ejecutó un tiro libre con gran precisión: la pelota pasó por encima de la barrera y cayó justo en el ángulo derecho de Sebastián Mella. El arquero chileno quedó sin reacción ante el efecto de la pelota.
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Pese a la derrota, Chile logró pasar de ronda, aunque con muchas dudas futbolísticas. Solo cosechó una victoria en tres partidos y mostró fragilidad defensiva. Ahora espera rival en octavos de final, donde deberá mejorar si quiere seguir en competencia.
El alivio por la clasificación no oculta las falencias del equipo. El plantel de Patricio Ormazábal sabe que necesita elevar su rendimiento para competir con los mejores. El margen de error se achica y los rivales serán más exigentes.

















