
Rodolfo Rossi: “Sin retenciones, tendríamos entre siete y ocho millones más de hectáreas”
Actualidad13/10/2025
REDACCIÓN
Conocido como “el padre de la soja argentina”, el ingeniero agrónomo Rodolfo Rossi lleva casi cincuenta años dedicado a la genética de un cultivo que cambió la matriz exportadora del país. En una entrevista con +P, el presidente de ACSOJA recordó los comienzos de la oleaginosa en los años setenta, su rápida expansión y los factores que hoy impiden que la Argentina alcance su verdadero potencial productivo. “Si no existieran las retenciones, tendríamos entre siete y ocho millones más de hectáreas”, afirmó.


Rossi explicó que la soja fue para él un desafío técnico y científico desde el primer momento. “Tuve que elegir entre maíz y soja, y me atraía más la soja por su variabilidad genética y su capacidad de adaptación”, recordó. Su entusiasmo lo llevó a iniciar el primer programa nacional de mejoramiento, desde el cual desarrolló la variedad A5308, que cubrió gran parte de la superficie cultivada en la década del ochenta y consolidó el salto productivo.
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En aquel entonces, el cultivo era una rareza. “Cuando empecé no llegábamos a 500 mil hectáreas, concentradas en el sur de Santa Fe. Nadie imaginaba que se convertiría en la principal fuente de divisas del país”, señaló. La expansión fue tan acelerada que en 1990 ya se superaban los cuatro millones de hectáreas, y en pocos años la soja alcanzó el centro y norte del país.
La llegada de la soja transgénica en 1996 marcó otro punto de inflexión. En ese momento, la superficie sembrada era de 6 millones de hectáreas, y en apenas seis años se duplicó hasta alcanzar las 12 millones. Según Rossi, el crecimiento se sostuvo incluso con precios internacionales bajos, pero sin retenciones, lo que permitió mayor inversión y dinamismo.
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A partir de 2002, la reimplantación de las retenciones durante el gobierno de Eduardo Duhalde cambió el rumbo. “Desde entonces, la producción creció a un ritmo mucho más lento. Tardamos 14 años en pasar de 12 a 20 millones de hectáreas”, explicó. Para el ingeniero, la falta de incentivos y la inestabilidad en las reglas de juego deterioraron el ánimo de los productores, que priorizan la rentabilidad inmediata sobre la productividad a largo plazo.
Durante el período 2016–2019, con la baja parcial de las retenciones implementada por Mauricio Macri, el maíz desplazó a la soja en gran parte de la zona núcleo. “En esos años la soja perdió casi cuatro millones de hectáreas, mientras que el maíz casi duplicó su superficie”, detalló. Hoy, la producción ronda las 50 millones de toneladas, aunque la industria aceitera instalada podría procesar hasta 70 millones.
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Rossi sostiene que el potencial del cultivo sigue intacto. “Podríamos alcanzar 65 o 66 millones de toneladas en tres años si se eliminan las retenciones y se aplican tecnologías adecuadas”, afirmó. Sin embargo, advirtió sobre la baja inversión en insumos básicos como fungicidas, fertilizantes y tratamientos de semillas, que reducen los rendimientos nacionales. “Solo el 45% de los productores fertiliza soja. Así es imposible cerrar la brecha tecnológica”.
En cuanto a los rendimientos, el promedio nacional ronda los 2.900 kilos por hectárea, aunque en la zona núcleo supera los 3.600. Con mejores prácticas, ese promedio podría elevarse a 3.300 kilos, incluso bajo condiciones climáticas adversas. “La soja argentina tiene mucho por mejorar, pero se necesita previsibilidad y decisión política”, insistió.
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Consultado sobre la posibilidad de expandir el cultivo hacia el sur, Rossi explicó que la soja puede producirse en casi todo el país si se dispone de riego y manejo adecuado. “En China se siembra a la misma latitud que el centro de la Patagonia. En el Valle del Río Negro, con ciclos cortos y fechas ajustadas, se logran buenos resultados”, afirmó. Sin embargo, reconoció que la escala sigue siendo pequeña, con unas 50 mil hectáreas en toda la región.
Más allá de los números, el ingeniero resalta la importancia estratégica del cultivo. “La soja es proteína, energía y fuente de divisas. Pero sobre todo, es conocimiento argentino aplicado al campo”, expresó. En su visión, retomar la senda de crecimiento exige políticas estables, inversión tecnológica y una mirada federal que valore el aporte del interior productivo.
Fuente: LM Neuquén.


















