La gingivitis avanza en silencio y amenaza la salud bucodental de millones de personas en el mundo

Las enfermedades bucodentales afectan a más de 3.700 millones de personas en todo el mundo y constituyen, según la Organización Mundial de la Salud, una de las mayores problemáticas sanitarias globales. Pese a que son prevenibles, su impacto trasciende el dolor y las molestias: pueden generar deformidades e incluso derivar en complicaciones graves para la salud.

La gingivitis es una de las afecciones más comunes y silenciosas. Se trata de la primera etapa de la enfermedad periodontal, caracterizada por la inflamación de las encías causada por la acumulación de placa bacteriana. Aunque en principio es reversible, puede evolucionar hacia cuadros más severos si no se trata a tiempo.

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Según publicaciones de The Conversation y Cleveland Clinic, entre el 50% y el 100% de adultos y niños sufren gingivitis en algún momento de su vida. En mayores de 30 años, casi la mitad padece algún tipo de trastorno en las encías. Los primeros signos incluyen enrojecimiento, hinchazón, sangrado al cepillarse y mal aliento persistente. En fases más avanzadas, puede haber sensibilidad, retracción de encías y molestias al masticar.

El principal problema radica en su carácter silencioso. En sus primeras etapas, la gingivitis no provoca dolor, lo que retrasa su detección y permite que avance. Factores como una higiene deficiente, el consumo de tabaco, alcohol o azúcar, y enfermedades como la diabetes incrementan el riesgo. También influyen los cambios hormonales durante la pubertad, el embarazo o el uso de anticonceptivos, así como ciertos medicamentos que reducen la producción de saliva.

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El diagnóstico debe ser realizado por un profesional odontológico. El examen clínico incluye la observación de sangrado, inflamación o retracción de encías, y puede complementarse con radiografías para determinar si existe daño óseo. Si se detecta periodontitis, el paciente debe ser derivado a un especialista para evitar la pérdida de soporte dental.

El tratamiento busca eliminar la infección y restaurar la salud bucal. En etapas iniciales, una mejora en la técnica de cepillado y el uso de hilo dental pueden revertir el cuadro. Cuando la placa se transforma en sarro, se requiere una limpieza profesional con instrumentos manuales o ultrasónicos. Los especialistas también recomiendan raspado y alisado radicular, procedimientos que eliminan bacterias y suavizan la superficie dental para evitar nuevas adherencias.

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Tras la limpieza, los enjuagues antimicrobianos, como la clorhexidina, pueden utilizarse de manera temporal para acelerar la recuperación, aunque su uso prolongado puede producir manchas y alterar el gusto. Además, reparar restauraciones defectuosas es esencial para impedir la acumulación de bacterias y facilitar la higiene diaria.

La prevención sigue siendo la mejor herramienta. Cepillarse al menos dos veces por día, usar hilo dental, reducir el azúcar y visitar regularmente al odontólogo son medidas simples pero efectivas. Controlar enfermedades crónicas y evitar el tabaco también reduce significativamente el riesgo.

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Ignorar los síntomas iniciales puede tener consecuencias irreversibles. Cuando la gingivitis progresa a periodontitis, se produce pérdida de hueso de soporte y caída de los dientes, generando tratamientos complejos y costosos. La constancia en los hábitos de higiene y la atención profesional oportuna garantizan una boca saludable y una mejor calidad de vida.

Fuente: Infobae.