La sal marina patagónica conquistó el Código Alimentario y ya tiene ley nacional

Chubut28/10/2025Sergio BustosSergio Bustos
sal de camarones
Los mentores de la sal de mar.

El mar del sur argentino guarda un tesoro mineral. En las costas frías y ventosas de Chubut, un grupo de productores convirtió un oficio ancestral en una causa: que la sal marina del país sea reconocida por ley. Hoy, tras años de trámites, ese objetivo se cumplió. La “Sal Marina Argentina” ya forma parte del Código Alimentario Nacional.

Hasta ahora, la legislación solo contemplaba la sal común refinada, proveniente de salinas terrestres. Pero la nueva norma reconoce a la sal marina como un producto cristalino obtenido exclusivamente por evaporación del mar argentino, con un mínimo de magnesio, calcio y potasio que garantizan su valor nutricional.

En Trelew y Rawson nacen los proyectos pioneros que impulsaron este cambio. “Sal de Aquí” y “Cristal de Mar” rescataron la práctica ancestral de cosechar la sal directamente del mar, con métodos naturales y sustentables.

Martín Moroni, diseñador industrial y creador de Sal de Aquí, trabaja en Cabo Raso, una playa remota donde el mar se transforma en cristales blancos bajo el sol y el viento. “Aprendimos que esta sal no es solo un condimento: es cultura, territorio y salud”, explicó.


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Desde allí producen variantes tradicionales y saborizadas, además de una edición especial llamada Sal Península Valdés, extraída dentro del área natural protegida con permiso oficial. Su producción ronda los 500 kilos mensuales, sin químicos ni residuos.

En Rawson, Pablo Besada y su esposa desarrollan Cristal de Mar, un emprendimiento nacido del interés por la alimentación saludable. Extraen el agua en Playa Santa Isabel, a ocho kilómetros del puerto, donde el mar conserva una pureza única. “Nos llevó años conseguir que el Estado reconozca lo que ya sabíamos: que la sal marina argentina tiene un valor extraordinario”, señaló.

El proceso de Cristal de Mar incluye filtrado con arena, evaporación natural y cristalización lenta. Producen una tonelada y media por mes y planean duplicar la cifra. Sus productos, que conservan hasta 84 minerales naturales, se venden en potes y bolsas para gastronomía y la industria de snacks.

El logro legislativo también es un triunfo simbólico. Durante años, los pequeños productores patagónicos chocaron con el lobby de las grandes salineras, que buscaban imponer parámetros industriales. Hoy, gracias a la nueva ley, la “Sal Marina Argentina” tiene identidad propia y abre la puerta a una marca país asociada a la pureza y el origen natural.

En un contexto donde el consumo consciente gana terreno, la Patagonia vuelve a ofrecer un producto con sentido: una sal que no solo condimenta, sino que cuenta una historia de esfuerzo, identidad y respeto por la naturaleza.

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