
Alarmante aumento de crianzas violentas en Argentina según nuevos informes nacionales
Actualidad20/11/2025
REDACCIÓN
Los últimos informes oficiales y académicos volvieron a encender una señal de alerta sobre las condiciones en las que crecen niñas, niños y adolescentes en el país, con cifras que muestran un avance sostenido de prácticas violentas dentro de los hogares, desde castigos físicos hasta agresiones verbales. La información divulgada por organismos judiciales y equipos de investigación confirma que la problemática tiene raíces profundas y consecuencias que impactan de manera directa en la salud emocional, cognitiva y social de la infancia.


Un dato central proviene de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema, que registró 65.065 chicos víctimas de violencia en los últimos 17 años, equivalente a diez denuncias diarias. La entidad señaló que un 30% de las más de 216.000 personas atendidas eran menores de edad, una proporción que evidencia la magnitud del problema y la persistencia de patrones familiares dañinos. Las denuncias atraviesan un espectro amplio que va desde malos tratos cotidianos hasta situaciones de abuso sexual.
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El último informe del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral profundiza ese diagnóstico al detallar que el 35,4% de los chicos entre 1 y 14 años recibió castigo físico, mientras que un 6,6% padeció golpes con objetos o palizas. Los datos surgen de la Encuesta Nacional de Niñas, Niños y Adolescentes, elaborada por UNICEF y SIEMPRO, y revelan que más de la mitad fue objeto de agresiones verbales. Solo un 30,6% accedió a métodos de disciplina respetuosos basados en explicaciones y acompañamiento.
Los especialistas que elaboraron el informe señalaron que la tendencia observada en los registros de la Corte Suprema fue en aumento. “En 2023 ese porcentaje alcanzó al 38% del total anual de denuncias”, explicó Lorena Bolzon, decana del Instituto de Ciencias para la Familia. La investigadora aclaró que la cifra solo refleja casos denunciados y sostuvo que “hay muchos más casos que nunca son denunciados, especialmente teniendo en cuenta la indefensión de los más pequeños”.
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El análisis incorpora además los factores que influyen en la reproducción de estas prácticas. Bolzon planteó que “las débiles relaciones vinculares cada vez más conflictivas, la falta de habilidades parentales y los consumos problemáticos” se encuentran entre los detonantes de la violencia intrafamiliar. También destacó la pérdida de redes de apoyo y la dificultad para identificar emociones, elementos que condicionan los vínculos cotidianos y la crianza.
Desde UNICEF, el especialista Hernán Monath aportó que “casi 6 de cada 10 chicos crecen en hogares donde se aplican prácticas de crianza violenta”, con situaciones que abarcan gritos, humillaciones y castigos corporales. El organismo observó que la violencia física aumenta en familias numerosas y señaló una conducta frecuente entre los adultos: “uno de cada cuatro dice que no explica a los chicos por qué estuvo mal su comportamiento”, lo que agrava la confusión y profundiza los mecanismos violentos.
Las consecuencias sobre la salud mental y el bienestar integral se reflejan en múltiples indicadores que advierten sobre riesgos de depresión, ansiedad, ideación suicida y dificultades en el proceso de aprendizaje. El informe remarca la importancia de avanzar hacia entornos familiares que garanticen cuidado, respeto y límites no violentos, y que los organismos de protección actúan cuando la vulneración se vuelve persistente. En los casos más graves puede intervenirse con la separación del niño o la niña de su grupo familiar.
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El avance de la violencia digital amplía el campo de atención. La OVD registró que solo el 1% de las denuncias corresponde a agresiones en entornos digitales, un porcentaje que refleja la baja visibilidad de agresiones como ciberbullying, grooming, acoso o exposición a apuestas. Monath advirtió que las tecnologías “dificultan la disponibilidad de tiempo para el diálogo entre adultos y niños” y que el anonimato en redes facilita acciones que luego derivan en contactos presenciales y nuevas vulneraciones.
La dimensión educativa completa el panorama. El informe reveló cifras positivas en escolarización primaria, pero también brechas vinculadas a la pobreza y la capacidad de cada familia para sostener trayectorias escolares. Las evaluaciones Aprender 2024 mostraron diferencias marcadas entre chicos del cuartil socioeconómico más bajo y quienes ingresan desde edad temprana al sistema. “Estas desigualdades plantean el riesgo de una mayor presión sobre la educación estatal”, concluye el documento, que insiste en la necesidad de invertir en calidad y equidad.
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El conjunto de datos refuerza una advertencia constante: la violencia en las crianzas sigue siendo un fenómeno extendido, con múltiples manifestaciones que afectan la vida diaria de miles de chicos en Argentina. Los organismos intervinientes sostienen que la combinación de nuevos marcos legales, sistemas de denuncia accesibles, políticas públicas sostenidas y mayor acompañamiento social puede abrir un camino hacia entornos más seguros y respetuosos para la infancia.
Fuente: Clarín


















