Limpieza en River: se viene una reestructuración total tras un año para el olvido

En River ya no quedan dudas: el 2025 dejó una sensación amarga y abrió la puerta a una purga profunda que modificará buena parte del plantel. La eliminación ante Racing expuso falencias que el propio Gallardo calificó como “un cierre pésimo” y aceleró decisiones pendientes. La dirigencia y el cuerpo técnico coinciden en que llegó la hora de mover piezas y reordenar el vestuario.

Varios referentes terminan contrato en diciembre y, salvo excepciones mínimas, no continuarán su recorrido en Núñez, incluso con trayectorias valoradas por los hinchas. La decisión no sorprende puertas adentro, porque la baja respuesta del equipo venía desde mitad de año. La reestructuración ya estaba en marcha, pero ahora tomó forma definitiva.

El único caso que todavía genera dudas es el de Enzo Pérez, quien tendrá libertad para definir si quiere quedarse aun con un papel más secundario. El capitán evitó confirmar su futuro y prefirió enfocarse en el golpe reciente. “Lo que menos pienso es eso”, expresó, visiblemente golpeado por la eliminación.

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Distinta es la situación de Milton Casco, Nacho Fernández y Gonzalo “Pity” Martínez, tres nombres con historia fuerte en el club cuya salida se da por descontada. Lo mismo ocurre con Miguel Borja y con Federico Gattoni, que debe regresar a Sevilla una vez finalizado su préstamo. La despedida de todos ellos parece inevitable y ya se trabaja en reemplazos.

Además de los que quedarán libres, River dejó en claro que está dispuesto a escuchar propuestas por cuatro futbolistas cuyo rendimiento reciente generó dudas. Paulo Díaz, Fabricio Bustos, Sebastián Boselli y Facundo Colidio integran esa lista que el club considera “vitrina abierta”. La combinación entre edad, proyección y contexto deportivo los ubica entre los posibles movimientos del mercado.

El caso de Díaz es uno de los que más ruido hizo, ya que quedó fuera de las convocatorias ante Vélez y Racing sin una explicación clara. En los pasillos del Monumental interpretan ese gesto como una señal de fin de ciclo. Si llega una oferta convincente, la analizarán sin demasiadas vueltas.

Bustos, por su parte, perdió lugar por un desgarro y por la irrupción de Montiel, que absorbió la mayoría de los minutos disponibles en el lateral derecho. El propio jugador entiende que necesita regularidad, algo que hoy no tiene en River. Tanto él como el club ven razonable un cambio de aire para 2026.

La situación de Colidio cambió abruptamente en pocos meses: pasó de renovar por cinco años con una cláusula altísima a convertirse en un futbolista vendible. Las lesiones y su indefinición posicional afectaron su rendimiento. El golpe final fue su bajo nivel en el tramo decisivo del semestre.

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Boselli llegó como alternativa defensiva y Gallardo lo consideraba una carta útil, pero nunca logró ganar espacio real en la rotación. Sus apariciones fueron esporádicas y sin peso en la estructura del equipo. La opción de un nuevo préstamo aparece como el camino más probable.

Con este escenario, Gallardo adelantó que definirá la depuración “mañana mismo” y que no descarta sumar más nombres a la lista. En el club entienden que la magnitud del bajón obliga a replantear casi todo. El objetivo es llegar a 2026 con un plantel más competitivo y equilibrado.

La sensación es que el sacudón ya empezó y que la salida de diez jugadores será apenas el comienzo de un recambio que venía postergado. La dirigencia busca manejar los tiempos para evitar otro conflicto interno. River espera cerrar el año con decisiones firmes que permitan empezar de nuevo.