
Añelo se llenó de camas nuevas, pero faltan ocupantes y el negocio se reordena
Actualidad05/12/2025
Sergio Bustos
Añelo cambió de piel. Pasó de resolver lo urgente con camas y módulos básicos a montar un sistema de alojamiento con servicios que ya compiten en estándares más altos. César Paredes, referente de Inversión Vaca Muerta, puso números y plazos sobre esa transformación y marcó un punto sensible: la oferta quedó sobredimensionada y gran parte de lo nuevo todavía espera ocupantes.


Según su análisis, lo que se construyó en los primeros años mantiene niveles aceptables, con complejos que sostienen movimiento por su ubicación y su rodaje. En cambio, el crecimiento reciente dejó una foto distinta: más edificios terminados, más camas disponibles y menos demanda real en el corto plazo.
Paredes lo explicó sin vueltas: “Fue un año donde se generó mucho alojamiento nuevo, pero la industria no creció. En los últimos dos años se levantaron miles de camas y muchos complejos aún no tienen ocupantes”. En su estimación, hoy existen entre 5.000 y 6.000 camas nuevas que se incorporarían de manera gradual al mercado recién desde 2026.
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El cronograma que trazó corre la línea de recuperación hacia adelante. Para el referente, la ocupación empieza a moverse en 2026 y toma velocidad con un pico de demanda hacia fines de 2026 e inicios de 2027, empujado por la actividad energética y la estructura de servicios que exige el trabajo en campo.
En ese marco, recordó que Añelo y Vaca Muerta motorizaron el negocio inmobiliario de los últimos cinco años, pero avisó que no todo lo invertido responde al estándar que hoy piden las empresas. “Podés tener una renta del 15% en dólares, pero si el departamento no está bien construido, esa renta se va en mantenimiento porque el propietario debe cubrir todos los gastos”, señaló.
Ahí aparece el filtro que, para Paredes, separa oportunidades de malas compras. Dijo que conviene ir a la obra, mirar terminaciones y chequear si el proyecto funciona en la vida real, no solo en la promesa. También puso el foco en prestaciones que pasaron a ser obligatorias: calefacción eficiente, conectividad estable y servicios integrales.
Con ese criterio, apuntó directo al riesgo de comprar humo: “No se trata de comprar un render o un discurso, sino un producto real que funcione. La inversión tiene que ser inteligente”. En un mercado más competitivo, el diferencial no lo hace solo el metro cuadrado: lo hace la administración, el mantenimiento y la capacidad de cumplir contratos sin sorpresas.
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Paredes sumó otro dato que tensiona los valores: las empresas ya no alquilan cualquier cosa. Y la brecha de tarifas puede ser enorme si el alojamiento apunta a operarios o si apunta a firmas de primera línea con pedidos específicos, protocolos y servicios permanentes.
También advirtió que los proyectos mal ejecutados dejan marca y contagian una percepción equivocada del lugar. “Lo que complica es que algunos proyectos mal ejecutados generan una mala imagen de Vaca Muerta, cuando en realidad es una oportunidad inmobiliaria excelente si se hace bien, con calidad y buena administración”, afirmó.
La conclusión deja una idea central: Añelo seguirá en el centro del mapa inmobiliario ligado al futuro energético argentino, pero el mercado entró en etapa de selección. “Vaca Muerta está destinado a crecer, pero la ocupación dependerá de la calidad de lo que se ofrezca. Hoy más que nunca hay que invertir con inteligencia”, cerró.
















