A 155 AÑOS DEL DESEMBARCO DE COLONOS GALESES

En honor al 155° Aniversario del Desembarco de los colonos galeses en la costa del Chubut. https...

Madryn 28 de julio de 2020 Roxana Etcheverry

En honor al 155° Aniversario del Desembarco de los colonos galeses en la costa del Chubut.




https://www.youtube.com/watch?v=mZj2AbGLIZE&feature=youtu.be

 

TENACIDAD


Cuando llegaron, en aquel invierno,
vieron la tierra gris,
reseca y despojada.
El viento congelaba en las mejillas
los hilos de sus lágrimas.
La vieja patria era un punto sin retorno,
un dolor impreciso en la memoria,
un grito sofocado en la distancia.


Este no era, en verdad, el suelo prometido.
Pero ellos se quedaron.


Y aunque nada sabían acerca del oficio
labraron el sequero con sus manos.


La pala en ristre, la voz en el himnario.


Ignoraban la furia de los vientos
los caprichos de un río desbordado.


Lo aprendieron al ver resecarse las espigas
y cuando las cosechas
fueron cruelmente arrasadas por las aguas.


Era una tierra esquiva.


Con los fracasos llegaban las hambrunas
y la desesperanza.


Entonces unos pocos se fueron para siempre.


Pero a pesar de todo, los otros
se quedaron.


Por fortuna, no sólo había desdichas:
también nacieron hijos,
vinieron las caricias de hermosas primaveras.


Porque quedarse es persistir,
es desafiar la adversidad,
es desterrar el miedo.


Entonces, cuando ya todo parecía perdido
fue el milagro del riego.
Y al repetir la siembra
los soles del verano maduraron
en mieses abundantes,
retoños de sus rezos,


Y comprendieron que la verdadera patria
es aquella comarca que se elige
para fundar la casa,
para enterrar los muertos.


Por eso se quedaron.


Así, entre cantos y sonrisas, dolores y plegarias
transcurrieron los años.


La tierra cenicienta que surcaron
ahora los sepulta
bajo un manto arbolado.


Han cambiado los tiempos.


Frente a cualquier dificultad,
hoy no falta aquellos que predican
que todo está perdido.


Muchos dicen: "nos vamos".


Pero al mirar el valle tendido entre las lomas,
este fértil collado,
este vientre fecundo que se ofrece
al brazo del labriego
aguardando las rejas del arado,
es como si se alzara un coro de voces en la brisa
para entonar su canto esperanzado.


Un coro que nos llama y nos repite:


"¡Nosotros nos quedamos...!"


CARLOS DANTE FERRARI

   

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