RÉQUIEM PARA NUESTRO "PINAR DE ROCHA"

Con el afán de hacer mi propio "Réquiem" y el de más de uno de nosotros, me pareció el más completo y acertado texto que leí y por eso comparto de esta manera y dice así:

"Era inminente, se intuía cada vez que uno veía los marchitos carteles de la eterna puesta en venta jamás concretada al detenerse en el interminable semáforo.
Como aquel último testimonio que pervivió de las famosas noches de Ramos Mejía, LA RECOVA fue el "Pinar..." de Trelew, no tengo duda.
Las hubo mejores, más logradas, con arquitectura mas definida, con acústica mas depurada, entorno más acorde... y un largo etcétera.
Pero jamás ninguno atravesó generaciones completas como la disco de San Benito.
Traspasó cinco décadas y funcionó sin pausa en dos siglos diferentes.
Nació promediando los '70 como "Melange" bajo una idea del "Chacha" en el recinto primitivo, que funcionaba como depósito de lubricantes y repuestos de la petrolera de su tío "el Pibe". Tuve el privilegio de conocerla en aquella pretérita función  junto al inolvidable Juan Emilio.
Luego de aquellos terceros tiempos eternos, Quique Martínez (los boliches y los fierros, una simbiósis eterna) y cía. resolvieron dar el gran salto y avanzar sobre su primera remodelación importante en plena era "disco".
Sa-More fue su segundo bautismo, que jamás llegó a estrenar, por aquel famoso Cardenal del verano del '78, y ese conato de guerra, que por fortuna no fue.
Ece's fue el nombre escogido de apuro (muy pocos saben que fue una sigla de oculta obstinación   "Ésta Confitería Es Samoré" como me confío Quique mucho tiempo después).
En el '84 fue Daniel Gando que la reformuló como la  discoteca definitiva de culto "Scaramouche" y todavía lucia en la pared exterior norte una inmensa "S" color mostaza sobreviviente de aquella censura.
Luego de un breve intervalo, en 1985 ya Tato Díaz D'anunzio le otorga la restructuración que la dota de su glam y denominación definitiva.
El mito no paró de crecer y ya con múltiples ampliaciones en tiempos de Claudio Cavallin, desaparece la pequeña recova sobre la entrada lateral que tuvo en forma pasajera sobre la fachada de Yrigoyen.
En la cúspide de esa cúpula tejada a cuatro aguas, todavía se puede observar la base del cañón láser que se colocó para hacer dibujos en el cielo.
Después....que importa del después !!!
Lo cierto es que la fecha fatal, el anuncio que todos preveíamos y nadie se animaba a musitar, llegó.
Por eso a esta hora, yo, que me inscribo entre quienes "algunas" noches gastaron tras esos muros que caen, simplemente... "hoy, les pido que hoy, no me hagan reproches".

Por Tutti Perrozzi

Fotos: José Luis Pasten - Daniel Ibarrola.