




“No murieron 71 ballenas de golpe”, aclaró Víctor Fratto, experto en conservación. El número refleja el total anual, no un solo evento.
Cada año, la región registra muertes naturales de ballenas, según Fratto. La concentración en ciertas épocas explica la frecuencia de los decesos.
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En 2022, una gran mortandad se asoció al consumo de biotoxinas de la marea roja. Este fenómeno puede reaparecer y afectar a los animales.
Las biotoxinas se encuentran en algas de ciertas zonas, pero no presentan peligro inmediato para las personas que ingresan al mar.
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Fratto recomienda consultar “marea roja.chubut.gob.ar” para actualizaciones de vedas y precauciones sobre el consumo de moluscos contaminados.
Ingerir moluscos contaminados puede ser letal, ya que la biotoxina no se elimina con la cocción, advirtió el especialista.
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Las muertes recientes afectaron a ballenas adultas, lo que preocupa a la comunidad conservacionista y destaca la magnitud del problema.
La provincia trabaja para retirar los cuerpos de las áreas accesibles al público. Mover estos animales requiere condiciones específicas.
“Los cuerpos se entierran o se trasladan a zonas alejadas”, explicó Fratto. Es un proceso que exige cuidado y planificación.
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El especialista subrayó que la descomposición de las ballenas es parte del ciclo natural y no contamina como un residuo industrial.
“Es una contaminación natural; las gaviotas y otras especies aprovechan estos restos”, dijo Fratto, detallando el proceso ecológico.
Mover los restos al mar no garantiza que no regresen a las playas. El riesgo de varamientos en otras zonas siempre existe, advirtió.
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Desde 2003, el Programa de Monitoreo Sanitario de Ballena Franca Austral registra los decesos para estudiar patrones y posibles causas.
Fratto concluyó con una afirmación clara: “Las ballenas muertas aparecerán todos los años, es un ciclo natural que continuará”.



