


Una nueva muerte sacude a la comunidad de San Antonio Oeste. Mirtha Beatriz Linares, de 74 años, falleció tras permanecer internada en grave estado desde el día del accidente del micro Vía Tac. La mujer se convirtió en la sexta víctima fatal de un siniestro que sigue generando conmoción y dolor en varias regiones del país.
El trágico vuelco ocurrió durante la madrugada del 6 de abril, en el cruce de las rutas 51 y 76, cerca de la localidad bonaerense de General La Madrid. El colectivo había partido desde Caleta Olivia y llevaba 33 pasajeros y dos choferes. Se dirigía hacia Buenos Aires cuando perdió el control al circular por un camino anegado por las lluvias.
El micro cayó sobre su lateral izquierdo en una zona sin banquinas seguras ni señalización adecuada. Cinco personas murieron en el lugar y varias más resultaron heridas de gravedad. El impacto fue brutal y generó escenas de desesperación entre los pasajeros que sobrevivieron.
Entre los fallecidos se encontraban María Delgado Oropeza, joven venezolana residente en Las Grutas; Nora Anagua López, de nacionalidad boliviana y domiciliada en Liniers; Felipa Susana Conti, de Rawson; Yolanda Mabel Schulz, de Caleta Olivia; y Lucas Kevin Sosa, de San Justo. Mirtha Linares se sumó a esa dolorosa lista tres semanas después.
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La mujer luchó por su vida durante días en el hospital de Olavarría. Su estado de salud se mantuvo crítico desde el primer momento. Familiares y allegados de San Antonio Oeste siguieron con esperanza su evolución, pero la noticia de su fallecimiento cerró un capítulo angustiante.
El deceso de Mirtha volvió a golpear a una comunidad que ya se encontraba conmocionada por lo ocurrido. Vecinos, familiares y conocidos expresaron su pesar por la pérdida de una mujer querida, activa y solidaria. San Antonio Oeste sintió el golpe de manera directa.
Desde el primer día, el accidente del Vía Tac provocó indignación por las condiciones del camino, el estado del vehículo y la falta de controles. La lluvia había convertido el asfalto en una trampa y no existían desvíos señalizados. Muchos señalaron que el siniestro se podría haber evitado.
Las investigaciones judiciales siguen su curso. La fiscalía busca determinar las causas exactas del vuelco y las posibles responsabilidades del conductor y de la empresa. Se analiza si existió negligencia, exceso de velocidad o errores humanos en la conducción.
El chofer del colectivo, Daniel Alejandro Pereyra, resultó ileso. Fue uno de los pocos que no sufrió heridas en el impacto. La fiscalía ya lo citó a declarar en el marco de la causa, que también involucra a la empresa transportista.
El vuelco dejó varios heridos graves que todavía se encuentran en tratamiento. Algunos deberán atravesar procesos de rehabilitación prolongados. El trauma físico se suma al emocional para las familias afectadas.
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Los testimonios de los pasajeros que sobrevivieron reflejan momentos de horror. Describen gritos, oscuridad, frío y cuerpos atrapados entre los hierros retorcidos del micro. Las imágenes del accidente dieron la vuelta al país.
Los allegados de las víctimas piden justicia. Solicitan una investigación transparente y sanciones para quienes resulten responsables. También exigen mayor seguridad vial en las rutas más transitadas del país.
El accidente puso en el centro del debate la situación del transporte de larga distancia en la Argentina. Se cuestiona la antigüedad de los vehículos, la preparación de los choferes y la calidad de los controles técnicos. La tragedia de Vía Tac expuso todas esas falencias.
Organizaciones de víctimas de accidentes viales se sumaron al pedido de cambios profundos. Reclaman políticas públicas claras para prevenir nuevos siniestros. La muerte en la ruta no puede seguir siendo un destino predecible.
En San Antonio Oeste, el duelo por Mirtha se mezcló con la bronca. El pueblo acompañó a su familia en una despedida íntima y dolorosa. La historia de Mirtha refleja muchas otras: mujeres trabajadoras, madres, abuelas, vecinas comprometidas que se van en circunstancias evitables.
La lista de fallecidos genera escalofríos. Seis nombres que ahora forman parte de una memoria que nadie quiere olvidar. Cada uno con su historia, su familia, sus sueños truncos por un error o una omisión.
Las autoridades locales de San Antonio Oeste se expresaron sobre el caso. Pidieron mayor control sobre las empresas y mejores condiciones para los pasajeros. El reclamo no es nuevo, pero la tragedia lo vuelve urgente.
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En General La Madrid, donde ocurrió el siniestro, los vecinos también mostraron su tristeza. La localidad brindó asistencia inmediata a las víctimas ese día. El personal médico y bomberos trabajaron durante horas entre el barro y la oscuridad.
La empresa Vía Tac no emitió aún un nuevo comunicado. Su silencio genera malestar entre los familiares. Muchos piden explicaciones y gestos de responsabilidad institucional.
Los abogados de las víctimas iniciaron acciones legales. Demandan por daños y perjuicios, y por incumplimiento de normativas básicas. Los juicios podrían extenderse por años.
La tragedia del Vía Tac no terminó. Cada semana aparecen nuevas consecuencias. La muerte de Mirtha es una herida más en una historia ya marcada por el dolor.
Las rutas argentinas siguen cobrando vidas. Los factores se repiten: caminos en mal estado, lluvias intensas, vehículos antiguos. La prevención parece una deuda constante.
El nombre de Mirtha Beatriz Linares quedará para siempre ligado a ese 6 de abril. Una fecha que no pasará al olvido para quienes la conocieron y para quienes buscan justicia. Su recuerdo se suma a una memoria colectiva que exige respeto y acción.







