


El aula donde cursaron el primer inferior en 1964 volvió a llenarse de voces, risas y anécdotas. Esta vez, no eran alumnos de guardapolvo blanco, sino adultos con más de seis décadas sobre sus espaldas que regresaron a la escuela 84 de Puerto Madryn (antes escuela 27) para reencontrarse con sus recuerdos y honrar a quienes los guiaron en su infancia.
Jorge Wolansky, uno de los organizadores del emotivo encuentro, relató en #LA17 que la idea nació en España, donde vive su excompañera Nora Liliana Arce. A solo 39 días del primer mensaje, veinte exalumnos respondieron a la convocatoria y viajaron desde distintos puntos del país para reencontrarse con sus raíces.
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“La escuela nos abrió las puertas y pudimos sentarnos en el aula donde todo empezó”, compartió Wolansky con emoción. Recordó la foto grupal junto al antiguo portal y un momento que conmovió a todos: “Todavía está el mismo piano del salón de actos. Nené, hija de una docente, tocó el Himno Nacional y muchos no pudimos contener las lágrimas”.
Entre risas y abrazos, uno de los compañeros, “Jorjito” Bordenave, incluso zapateó como solía hacerlo en primer grado. La jornada incluyó un asado y homenajes especiales a Rosita Ochoa y Merina Coto de Cardozo, dos maestras queridas por su calidez y compromiso. “Merina nos daba la merienda con un amor inolvidable”, recordó Wolansky.
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El grupo también recorrió el patio, las baldosas, y revivió la atmósfera de un Puerto Madryn muy distinto al actual. “Era una ciudad de casas bajas, calles anchas y mucha solidaridad. Cuando cerraron el ferrocarril, la comunidad entera levantó la pileta de la hermandad del escrófalo”, rememoró.
Wolansky agradeció especialmente a los docentes de su infancia: “Nos enseñaban a vivir, no solo a leer y escribir”. Sobre el final, expresó un deseo: “Espero volver pronto a vivir a esta tierra que me vio crecer”.







