Se vende “Los Tres Monitos”, el ícono más pícaro de Trelew

Chubut27/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
hotel alojamiento
Hotel alojamiento, imágen ilustrativa.

“Los Tres Monitos” fue mucho más que un hotel alojamiento; fue un emblema cultural de Trelew durante más de cincuenta años. Su nombre generó sonrisas, guiños cómplices y anécdotas inconfesables en generaciones de vecinos, que hoy se enteran con sorpresa de que el lugar fue puesto a la venta.

Ubicado en la zona sur de la ciudad, el hotel sigue en funcionamiento, con 26 habitaciones, jacuzzi privado en cada una, una hectárea de terreno y más de 900 metros cuadrados cubiertos. El anuncio de su venta se difundió esta semana y rápidamente se volvió tema de conversación tanto en redes sociales como en charlas entre amigos y familia.

La inmobiliaria Andrés Russo publicó un video promocional para mostrar la propiedad, pero más allá de su infraestructura, lo que realmente se vende es un ícono popular. Su fachada, su nombre y su historia lo convirtieron en parte inseparable del paisaje urbano trelewense.

En redes sociales, el anuncio despertó una oleada de nostalgia, humor y recuerdos. Muchos vecinos compartieron anécdotas personales o ajenas, y no faltaron quienes lo mencionaron como escenario de romances, travesuras juveniles o simplemente como una referencia ineludible en las salidas nocturnas.

La carga simbólica de “Los Tres Monitos” va mucho más allá del rubro hotelero. Su nombre remite a la conocida figura de los tres monos sabios (“no ver, no oír, no decir”) y eso alimentó, durante años, una picardía popular que nunca desapareció.

Aunque muchos nunca cruzaron su umbral, todos en Trelew saben exactamente de qué se habla cuando alguien menciona “Los Tres Monitos”. Esa ubicuidad lo vuelve parte de la memoria colectiva, como un mito urbano real, concreto, presente.


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No es común que un hotel de este tipo genere tal nivel de identificación y pertenencia social. Su venta, por eso, no solo significa un cambio de dueño sino también el fin de una etapa que parecía eterna.

Las bromas que circulan en redes mezclan afecto, ironía y resignación. “Ahí conocí a mi ex”, escribió un usuario. Otro bromeó: “Gracias por los mejores 45 minutos de mi vida”. Los comentarios dibujan sonrisas pero también marcan el impacto emocional que provoca su posible cierre.

La historia de este hotel también refleja una época, una forma de vivir y de relacionarse. En tiempos de menos redes y más secretos, era un lugar elegido por parejas para encuentros fugaces o románticos, lejos de miradas curiosas.

La constancia de su fachada, casi inmutable en medio siglo, lo volvió una marca visual de la ciudad. Muchos lo reconocen apenas pasan por el lugar, incluso sin haber entrado jamás, como se reconoce un hito.

No fue necesario publicitarlo ni buscar estrategias de marketing. Su nombre y su fama circularon de boca en boca, con ese tono medio en broma y medio en serio que solo tienen los íconos populares.

Los Tres Monitos forma parte de una Trelew que cambió con el tiempo pero conserva ciertas postales intactas. Su permanencia es también un testimonio de cómo la ciudad creció sin que algunos símbolos desaparecieran.

La venta del hotel representa, entonces, una transformación inevitable. Nada dura para siempre, y el cierre de este capítulo tiene sabor a final dulce y amargo al mismo tiempo.

No hay aún información oficial sobre el destino del inmueble ni sobre eventuales interesados. Por ahora, el cartel de venta está visible, y el debate social está abierto.

El impacto de esta noticia no se explica solo por el valor comercial. Lo que realmente conmueve es la sensación de que algo propio, aunque no personal, empieza a desvanecerse.


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La memoria urbana está hecha de edificios, nombres y relatos. “Los Tres Monitos” reúne los tres elementos, y por eso su venta toca una fibra íntima de la identidad trelewense.

No importa cuántos años pasen o cuántas generaciones lleguen: el nombre del hotel permanecerá en la historia oral de la ciudad. Ya está instalado, como están los viejos cines, las estaciones o las escuelas emblemáticas.

Hay lugares que, sin pretenderlo, se vuelven símbolos. Este fue uno de ellos, quizás el más travieso, el más comentado, el más evocado con una sonrisa ladeada.

La sorpresa inicial del anuncio se convirtió en conversación constante. Desde las redes hasta los cafés del centro, todos opinan sobre lo que significa esta venta.

Muchos trelewenses sienten que con el hotel se va un fragmento de sus juventudes. Ya sea por vivencias propias o ajenas, su existencia estuvo ligada a cierta libertad nocturna y secreta.

Otros lo observan como parte de una ciudad que se transforma y se vuelve cada vez más moderna. Para ellos, el cierre simboliza renovación, y despierta curiosidad por lo que vendrá.

Pero en ningún caso pasa desapercibido. Esa indiferencia que suele marcar los cambios inmobiliarios aquí no se hizo presente.

El edificio puede cambiar de manos, de nombre o de uso, pero su historia está escrita. No se borra con pintura ni con nuevas inversiones.

La ciudad lo recordará como uno de esos espacios que existieron entre la risa y el susurro. Como un lugar donde el pudor y la libertad convivieron en paredes discretas.


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Hay pocas postales tan identitarias como la de “Los Tres Monitos”. Es uno de esos puntos que todos conocen, que todos mencionaron alguna vez.

La anécdota se volvió leyenda, y la leyenda se volvió parte del ADN urbano. Por eso la noticia de su venta moviliza más que otras.

Ningún hotel alojamiento generó tanta conversación pública como este. Eso también lo vuelve único, irrepetible, emblemático.

Trelew pierde, quizás, uno de sus lugares más particulares. Y aunque el edificio permanezca, algo simbólicamente se cierra.

“Los Tres Monitos” se despide de a poco, con la misma sonrisa cómplice con la que fue nombrado durante más de medio siglo.

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