La historia de Carolina: cuando el trasplante no resiste, pero la vida da nuevas esperanzas

Chubut30/05/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Carolina Góngora
Carolina Góngora

Carolina Góngora visitó los estudios de #LA17 para compartir una historia atravesada por la resiliencia, el amor familiar y la lucha constante. En 2016, tras años de estudios y controles, recibió un trasplante de riñón donado por su mamá, Dina Martínez. “Fue como tener un riñón propio”, recordó con emoción.

El procedimiento fue exitoso. Carolina pudo dejar la diálisis y recuperar su calidad de vida. Permaneció dos meses en Buenos Aires y luego siguió con controles mensuales, primero con el respaldo de una obra social que cubría traslados y hospedajes. “Después me empezaron a cortar beneficios y tuve que pedir ayuda”, explicó.


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En 2019, la combinación de falta de recursos y la irrupción de la pandemia le impidieron seguir con sus controles. A pesar de continuar con la medicación, el riñón dejó de funcionar. “Volví a diálisis hace cuatro años”, contó. Desde entonces asiste tres veces por semana a sesiones de cuatro horas que la dejan agotada. “Es como una transfusión. Te deja sin energía, pero al día siguiente te sentís nueva”.

Hoy se prepara para un segundo trasplante, esta vez con su hermano Juanchi como donante. “Tengo que hacerme todos los estudios otra vez y ver cuántos anticuerpos quedaron del primer trasplante”, explicó. Si bien cada caso es distinto, el equipo médico ya inició el protocolo para evaluar la compatibilidad.


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El primer trasplante duró solo tres años, un período más corto de lo habitual. Aunque no hubo una causa precisa, Carolina recuerda haber sido diagnosticada con hipertensión a los 25 años, cuando ya había perdido el 80% de su función renal. “No me sentía enferma. No tenía síntomas. Me enteré tarde”.

La alimentación también es parte clave del tratamiento. Sin sal, sin fósforo, con muy pocas proteínas, sin lácteos y con una restricción estricta de agua. “Aprendí a comer hielo. Es mi adicción ahora”, dijo entre risas.

Carolina sería derivada al Hospital Argerich. Allí deberá permanecer al menos tres meses tras la cirugía, con un acompañante constante. Sus hijas, que la ayudaron durante la primera experiencia, ya están trabajando y estudiando. “Estamos viendo cómo organizarnos. Juanchi va a ser mi donante, pero todo el proceso es largo”.


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La historia de Carolina está marcada por el vínculo con su madre. Dina, que hoy vive en México, fue quien sin dudar se ofreció como donante la primera vez. “Me dijo: ‘Yo te dono, hija, no te preocupes’. Fue una mujer increíble, resiliente. La admiro muchísimo”.

De cara al futuro, Carolina sueña con retomar su formación docente. “Siempre empiezo y lo dejo. Me gusta la educación. Si pudiera, me dedicaría a formar formadores”, expresó. Y cerró con humildad: “No sé si soy un referente, pero si esto le sirve a alguien, ojalá que sí”.

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