Falleció Mamerto Menapace, el monje benedictino que unió la fe con la cultura rural argentina

Actualidad07/06/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Mamerto Menapace
Mamerto Menapace

El monje benedictino Mamerto Menapace, figura entrañable de la espiritualidad argentina y autor de una vasta obra que llevó el mensaje cristiano al lenguaje de campo, falleció este viernes a los 83 años en la localidad bonaerense de Junín, tras ser trasladado desde el monasterio Santa María de Los Toldos, donde vivió la mayor parte de su vida.

Su deceso fue confirmado por fuentes cercanas a la congregación benedictina y se produjo apenas cinco días después de conceder su última entrevista, emitida en el programa Claves para un Mundo Mejor. Sus restos serán velados y sepultados en el mismo monasterio, de acuerdo con la tradición benedictina.


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Nacido el 24 de enero de 1942 en Malabrigo, en el Chaco santafesino, Menapace fue ordenado sacerdote en 1966, luego de formarse en teología en el monasterio de Las Condes, Chile. En su comunidad, fue elegido abad en dos períodos entre 1980 y 1992, y luego abad presidente de la Congregación Benedictina del Cono Sur en 1995.

Más allá de su rol como guía espiritual, Menapace se convirtió en una de las voces más queridas de la cultura cristiana argentina gracias a su estilo cálido, su humildad y su particular capacidad para relatar historias rurales con profundidad teológica. Con más de cuarenta libros publicados, como Madera verde, Un Dios rico de tiempo o El paso y la espera, logró acercar valores del Evangelio a lectores de todas las edades.


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También fue autor de discos, películas y contenidos radiales, siendo uno de los impulsores del programa La Campana, en LT33 Radio 9 de Julio, medio desde el cual también construyó una comunidad de oyentes fieles a su mensaje.

En 1994 recibió el Premio Konex por su contribución a la literatura juvenil, un reconocimiento a su capacidad de diálogo intergeneracional y a la sencillez con la que transmitía enseñanzas profundas. Su obra, marcada por el lenguaje de lo cotidiano y la espiritualidad encarnada, es todavía leída en ámbitos pastorales, escolares y familiares.

Menapace supo ganarse el cariño de creyentes, y también de quienes veían en él una sabiduría honesta, sin pretensiones ni solemnidades, que rescataba el valor de lo simple y lo esencial. Su figura trasciende lo estrictamente religioso y se inscribe en una tradición de espiritualidad popular profundamente arraigada en el interior del país.

Fuente: Minuto Uno

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