

La renuncia de Omar Rodríguez a la Unidad Anticorrupción sorprendió a todos. Fue una decisión tomada en silencio, sin filtraciones ni comunicados previos. Después de ocho años al frente de una de las áreas más sensibles del Ministerio Público Fiscal, decidió dar un paso al costado y volver a su cargo original en Trelew.


Rodríguez deja atrás una trayectoria cargada de causas emblemáticas. Llevó adelante investigaciones que incomodaron a la política, al empresariado y a sectores del poder judicial. Con perfil bajo y firmeza técnica, se convirtió en una referencia ética dentro del sistema de justicia de Chubut.
“Es una decisión personal e indeclinable”, aseguró al confirmar su salida. No buscó excusas ni dramatizó el momento. Tampoco hizo especulaciones políticas. Su renuncia se dio en sus propios términos, con la serenidad que siempre marcó su estilo.
Durante su gestión, la Unidad Anticorrupción intervino en expedientes de alto impacto. Fue el motor de los procesos judiciales contra exfuncionarios de distintas gestiones provinciales. Investigó contratos irregulares, sobreprecios, desvío de fondos públicos y esquemas de enriquecimiento ilícito. En varios de esos casos, logró condenas que marcaron un hito en la historia judicial chubutense.
OTRAS NOTICIAS
Rodríguez soportó presiones, operaciones mediáticas y maniobras dilatorias. Nunca se corrió de la línea institucional. “Cumplí una etapa. Ahora vuelvo a trabajar desde otro lugar, con la misma vocación”, expresó al confirmar su regreso a la Fiscalía de Trelew, donde retomará su función como fiscal general en causas penales comunes.
Su renuncia generó un sismo interno en la Procuración. Muchos colegas, incluso con posturas políticas diferentes, reconocen su compromiso con la transparencia y la función pública. “Es uno de los fiscales más prestigiosos de la provincia. Siempre actuó con criterio jurídico y sin especulación”, señaló una fuente del ámbito judicial.
Lucas Papini quedará al frente de la Unidad. Había sido incorporado al equipo a fines de 2024 y asumirá la continuidad de las investigaciones en curso. La transición será observada con atención por los actores que siguen de cerca los expedientes más delicados.
Las causas no se detienen, pero el cambio impacta. Rodríguez era más que un fiscal. Era la cara visible de una política judicial que apuntaba a investigar hasta el hueso a quienes usaron el Estado para beneficio propio.
OTRAS NOTICIAS
Ningún gobierno quedó fuera de su lupa. Durante estos años, Rodríguez indagó funcionarios de distintas banderas. Su imparcialidad lo convirtió en un referente institucional confiable, incluso para quienes fueron investigados.
La Unidad Anticorrupción pierde a su principal impulsor. Fue Rodríguez quien le dio estructura, contenido y legitimidad. Su salida obliga al Ministerio Público a reconfigurar un área estratégica en un contexto político y económico cargado de tensiones.
En los tribunales ya se habla de su legado. No solo por las condenas obtenidas, sino por haber marcado una forma de investigar con independencia. Sin militancia ni espectáculos mediáticos. Solo con hechos, pruebas y procedimientos.
La sociedad espera que ese camino no se interrumpa. El sistema judicial necesita fiscales con la espalda y la honestidad de Rodríguez. Su salida deja una vara alta y muchas preguntas sobre el futuro de las causas en marcha.

















