
No hay que "naturalizar la desigualdad", expresó el Padre Alberico a los fieles
Chubut07/08/2025
REDACCIÓN
"Nos encontramos para celebrar San Cayetano en esta realidad que estamos viviendo", dijo el Padre Alberico Capitani desde la parroquia de Puerto Madryn. Sus palabras abrieron una jornada marcada por la devoción, los gestos de solidaridad y una fuerte interpelación al contexto actual. Desde temprano, vecinos y vecinas llegaron con donaciones, velas y plegarias para el santo patrono del pan y del trabajo.


"Antes que nada, la primera realidad es la falta de paz", expresó durante la homilía. Se refirió a los conflictos armados, al deterioro de los lazos humanos y al clima social en la Argentina. "El hombre perdió un poquito su cabeza. La guerra sigue destruyendo siempre más", afirmó con un tono sereno pero firme.
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El templo se colmó de personas que escucharon en silencio. A lo largo del día se celebraron cuatro misas, cada una atravesada por un mensaje que no evitó mencionar la pérdida de derechos sociales y la necesidad de no naturalizar la desigualdad. En un rincón de la iglesia, una caja con alimentos crecía con los aportes anónimos de la comunidad.

"Se está en parte negando lo que los pobres habían alcanzado: el respeto de su dignidad y el derecho de ser ayudados", advirtió. Para Alberico, la fe no se sostiene sin justicia, y el compromiso espiritual exige también una acción concreta en favor de los demás. El mensaje no pasó inadvertido. Algunos fieles lloraban. Otros miraban al piso. Nadie se movía.
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A lo largo del día, la imagen de San Cayetano volvió a ser un símbolo de lucha, consuelo y esperanza. Frente al altar, hombres y mujeres se arrodillaron para pedir salud, trabajo y unidad. La figura del santo, rodeada de flores, pan y uvas bendecidas, pareció contener las angustias de una comunidad atravesada por el ajuste económico y el miedo al futuro.
El sacerdote también habló de la dignidad de los pueblos y el respeto entre culturas. "Todos los pueblos tienen derecho a vivir en su tierra, a crecer según su cultura y sus valores", recordó, aludiendo tanto a conflictos globales como a problemáticas locales. Pidió mirar a los demás sin prejuicios ni violencia.
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"Hay que pedir ayuda al cielo, hay que pedir a San Cayetano que lleve toda esta situación a Dios", dijo hacia el final de la ceremonia. Sin embargo, no llamó a la quietud. "Es necesario volver a comprometernos por la paz y la justicia", insistió, dejando claro que la fe implica acción.

Antes de cerrar, agradeció a los presentes y dejó una frase que quedó flotando en el aire: "Teniendo un amigo en el cielo, la esperanza se hace más fuerte". En un clima de recogimiento, la celebración continuó con gestos sencillos: un pan compartido, una vela encendida, una mirada al cielo.

















