La Tierra suma una nueva "cuasiluna" tras 60 años invisible

Otros Temas21/09/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Cuasi luna
Cuasi luna

La Tierra tiene un acompañante inesperado que pasó medio siglo oculto a simple vista. Se trata de 2025 PN7, un pequeño asteroide que sigue nuestra órbita desde hace unos sesenta años sin ser detectado, hasta que un equipo de observadores logró identificarlo a comienzos de agosto. El hallazgo lo convierte en la octava cuasiluna confirmada de nuestro planeta, un tipo de objeto que parece girar a nuestro alrededor, aunque en realidad se mueve en una órbita propia alrededor del Sol.

El descubrimiento se realizó el 2 de agosto con el telescopio Pan-STARRS 1 del observatorio Haleakalā, en Hawái. El dato se publicó en Research Notes of the American Astronomical Society y rápidamente despertó interés mundial. Lo curioso es que el primero en advertir su naturaleza fue un astrónomo aficionado, Adrien Coffinet, quien compartió sus cálculos en la Lista de Correo de Planetas Menores. Días más tarde, especialistas validaron la hipótesis con modelos orbitales y simulaciones que confirmaron la particular trayectoria del objeto.


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Las cuasilunas son un verdadero juego de ilusiones gravitacionales. A diferencia de nuestra Luna, no están atadas a la gravedad terrestre. “Nos engañan: parecen orbitar la Tierra, pero en realidad viajan alrededor del Sol”, explica la Sociedad Planetaria. Su órbita se sincroniza temporalmente con la nuestra y, durante ese lapso, dan la impresión de ser satélites naturales.

2025 PN7 pertenece a un grupo de asteroides llamados “Arjunas”. Este conjunto forma un cinturón secundario que se desplaza por la región en la que el sistema Tierra-Luna gira alrededor del Sol. Los investigadores Carlos y Raúl de la Fuente Marcos señalan que algunos Arjunas, cuando sus trayectorias se parecen mucho a la de la Tierra, pueden quedar atrapados de manera temporal como minilunas.

El nuevo acompañante espacial es pequeño y extremadamente tenue. Con apenas 19 metros de ancho y una magnitud de brillo de 26, resulta difícil de detectar incluso con potentes telescopios. Según explica Carlos de la Fuente Marcos, “sus ventanas de visibilidad desde la Tierra son desfavorables, por eso pasó desapercibido tanto tiempo”. Los cálculos indican que permanecerá en esta cuasiórbita durante otros sesenta años antes de alejarse definitivamente.


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El tiempo total de su recorrido como cuasisatélite sería de unos 128 años. En comparación, otra cuasiluna famosa, Kamoʻoalewa, mantiene una órbita cercana prevista de 381 años. Esta diferencia refleja la inestabilidad de 2025 PN7, considerado el cuasisatélite más pequeño y menos estable que se haya confirmado en torno a nuestro planeta.

La lista de cuasilunas conocidas sigue creciendo. Antes de este hallazgo se habían registrado siete: 164207 Cardea, 469219 Kamoʻoalewa, 277810 (2006 FV35), 2013 LX28, 2014 OL339, 2022 YG y 2023 FW13. El primer objeto de este tipo que llamó la atención fue 1991 VG, cuyo movimiento tan particular hizo especular a algunos sobre un posible origen artificial, hasta que la ciencia lo explicó como un simple asteroide natural.


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Más allá de la fascinación científica, estos objetos despiertan interés práctico. Seguir su pista puede ayudar a la defensa planetaria frente a impactos y, en un futuro, podrían ser útiles para misiones espaciales o minería de asteroides, un terreno que hoy parece de ciencia ficción pero gana espacio en los proyectos de exploración.

La tecnología promete más sorpresas en los próximos años. Con la puesta en marcha del observatorio Vera C. Rubin y otros telescopios de última generación, los astrónomos esperan encontrar más visitantes que acompañen a la Tierra en su viaje solar. El universo sigue revelando que no viajamos tan solos como creíamos.

Fuente: DW

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