Actualidad Por: Sergio Bustos01/04/2025

Barrera Sanitaria: Convocaron a ministros de producción de la Patagonia

Levantarán barreras sanitarias para la carne.

La barrera sanitaria vuelve al centro del debate. El Gobierno Nacional convocó a una reunión para discutir la medida. La decisión se pausó por 90 días. Pero el conflicto sigue latente. La Patagonia exige claridad. También respeto por lo logrado.

Osvaldo Luján, presidente de la Federación de Sociedades Rurales de Chubut, confirmó la convocatoria. La reunión será el 14 de abril en Buenos Aires. Asistirán los ministros de Producción de las provincias afectadas. También algunas entidades rurales. Aunque aún no se aclaró cuáles.

“La convocatoria la recibieron los ministros y calculamos que la recibiremos nosotros”, explicó Luján. Aclaró que enviaron una nota al Ministerio de Economía, al Senasa y a Agricultura. Pidieron respuestas. Quieren asistir con información clara y técnica. No quieren improvisar.

Desde el bloque rural patagónico reclaman explicaciones. Quieren saber los argumentos. Las bases técnicas. Las motivaciones reales detrás de la resolución nacional. Sienten que la decisión se tomó sin consulta. En plena zafra. Sin avisos. Sin diálogo.

“Esto tiene que tener una definición rápida, no podemos esperar noventa días”, advirtió el dirigente. El tiempo apremia. El impacto económico también. No se puede dilatar. Hay productores en alerta. Mercados en juego. Riesgos sanitarios que nadie quiere asumir.


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El documento enviado por las entidades rurales fue directo. Cuestionaron la lógica de permitir el ingreso de carne con vacunación a zonas libres de ella. Plantearon una alternativa. “¿No sería mejor extender desde el sur hacia el norte?”, preguntaron.

El argumento no es sólo sanitario. También es económico. Y político. La Patagonia logró un estatus diferencial. Con trabajo. Con inversión. Con planificación. Ahora ese diferencial se pone en duda. Se debilita. Se arriesga sin justificación concreta.

“El estatus sanitario ha logrado la posibilidad de tener mercados con Estados Unidos y Japón”, recordó Luján. No se puede desarmar de un día para el otro. Ni en 90 días. Ni sin escuchar a quienes sostuvieron ese logro durante años.

La convocatoria menciona a la ministra Laura Mirantes. Pero no aclara qué entidades participarán. Las federaciones piden lugar. Quieren voz. No aceptan ser oyentes. Exigen ser parte de la mesa. De igual a igual. Como actores clave que son.

Desde el sur consideran que hubo una falta de respeto. La medida se anunció sin previo aviso. En plena temporada de actividad. Con camiones en ruta. Con mercados abiertos. Sin tiempo para reacción. La pausa llegó tarde.

El reclamo incluye un pedido concreto. Si el Gobierno mantiene la resolución, el campo patagónico pedirá compensaciones. Puede ser una indemnización. O una quita impositiva. Pero no aceptarán que el perjuicio quede sin reconocimiento.

“Este derecho adquirido debería tener una mirada”, sostuvo Luján. Se refirió al esfuerzo de las provincias. A la inversión de los productores. A la genética trabajada durante años. A los mercados abiertos con exigencias estrictas. Nada de eso puede ignorarse.


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El levantamiento de la barrera sanitaria genera incertidumbre. Cambia reglas. Rompe equilibrios. Afecta precios. También afecta confianza. En los productores. En los clientes. En el sistema. En las instituciones que deberían cuidar la salud animal del país.

Los ruralistas no quieren confrontar. Pero tampoco van a ceder sin pelear. La unidad del bloque patagónico es firme. Las entidades se mantienen activas. Dialogan. Intercambian datos. Arman estrategias. Esperan respuestas. Pero también se preparan para defender su posición.

La reunión del 14 de abril será clave. Allí se definirá el rumbo. Podría confirmarse el retroceso. O podría ratificarse el freno. Todo dependerá de las respuestas técnicas. Del nivel de consenso. De la presión que ejerza cada parte.

El Ministerio de Agricultura no brindó detalles. La nota de convocatoria fue escueta. No incluyó agenda. Tampoco aclaró objetivos. Las entidades rurales sospechan. Temen una puesta en escena. Un gesto político sin contenido real. No quieren perder tiempo.

El Senasa tampoco se expresó. Su silencio genera malestar. Es el organismo encargado del control sanitario. Pero no explicó las razones de fondo. Tampoco justificó el cambio. Su rol queda en duda. Y su autoridad se debilita.

Los productores quieren seguir sin vacunación. Esa condición les permite vender en mercados premium. A mejores precios. Con más previsibilidad. Cambiar el estatus afectaría esa ventaja. Borraría una diferencia construida con esfuerzo. Sin beneficios compensatorios, el daño sería enorme.


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El argumento de “zonas integradas” no convence. La Patagonia no quiere igualarse hacia abajo. Quiere que el resto suba. Que se extienda el control. Que se refuerce la sanidad. Que se cuide lo logrado. Que se premie el trabajo bien hecho.

La resolución original generó un rechazo inmediato. La reacción fue contundente. Desde todos los sectores. Incluso desde gobernadores patagónicos. La medida se frenó. Pero no se descartó. El riesgo sigue. La tensión también.

Las consecuencias serían múltiples. No sólo económicas. También sanitarias. Y simbólicas. Una decisión así mostraría que todo esfuerzo puede ser deshecho. Que la planificación no vale. Que los compromisos no se respetan.

El campo no quiere enfrentamientos. Pero sí quiere certezas. Y respeto. Y reglas claras. No improvisaciones. No giros sin aviso. No medidas sin sustento. No cambios por conveniencia coyuntural. El trabajo de años no se puede rifar.

El Gobierno debe explicar su plan. Debe dar fundamentos. Escuchar a las provincias. Responder a los productores. Clarificar los efectos. Exponer los datos. Y tomar decisiones con base técnica. No con cálculo político.

La Patagonia hizo bien las cosas. No puede pagar por errores ajenos. Ni por apuros electorales. Ni por presiones comerciales. El estatus sanitario no es un privilegio. Es un logro. Con impacto real en el desarrollo rural del sur.

El 14 de abril será un momento bisagra. El Gobierno debe elegir. O escucha al interior. O impone desde Buenos Aires. O respeta a las provincias. O ignora el trabajo realizado. La decisión tendrá consecuencias.

La defensa de la barrera sanitaria no es un capricho. Es una política. Es una garantía. Es una inversión. Es una decisión estratégica. Y debe sostenerse con firmeza. Por convicción. Por historia. Por futuro.

Luján lo dijo con claridad. “Esto tiene que tener una definición rápida”.