“El sindicato recauda unos 12.000 millones de pesos por año”
“¿Sabés cuánto pago yo al SOMU en aportes sindicales todos los años?”, lanzó Fernando Álvarez Castellano, presidente de Conarpesa en dialogo con el programa El Quinto Poder, de #LA17. La pregunta no buscaba respuesta. Fue un disparo directo a uno de los temas más sensibles del sector pesquero. Con tono firme, sin vueltas, reveló una cifra que incomoda: “El año pasado, 650 millones de pesos”, afirmó. Es lo que su empresa desembolsó solo en concepto de aportes gremiales al Sindicato de Obreros Marítimos Unidos.
Álvarez Castellano decidió revisar los números. Se sentó con su equipo técnico y analizó los datos. Calculó cuánto dinero recauda el SOMU anualmente. La cifra fue contundente: “El sindicato recauda unos 12.000 millones de pesos por año”, señaló. Ese monto proviene del 4% del bruto que se descuenta a cada trabajador en sus recibos de sueldo. A eso se le suman fondos por capacitación. Todo, retenido por las empresas, y luego transferido al gremio.
El empresario no se quedó en la aritmética. Apuntó con dureza a la conducción sindical. “Cuando yo digo que tienen curros y negocios, pues bueno, que me digan dónde están esos 12.000 millones”, desafió. Denunció falta de transparencia, cuestionó la gestión de los recursos y reclamó explicaciones claras. Recordó que la obra social del SOMU está quebrada y no brinda respuestas mínimas a los afiliados. “¿Por qué no ponen ese dinero en la obra social?”, preguntó con ironía.
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Según Álvarez Castellano, ese dinero debería beneficiar directamente a los trabajadores. No solo en atención médica, sino en asistencia concreta en tiempos difíciles. “¿Por qué no dan una ayuda a la gente?”, insistió. En su visión, el sindicato está más ocupado en recaudar que en acompañar. Acusó falta de presencia, de compromiso y de gestión real. “Esa es mi respuesta al SOMU”, sentenció.
Para reforzar su argumento, citó ejemplos concretos. Mostró recibos de sueldo reales. Uno de ellos, el de un marinero que trabajó veinte días en el Conarpesa Uno. “Cobró 10 millones de pesos. Ocho millones netos. Porque yo pago el bruto”, detalló. Y aclaró que lo que figura en los recibos es lo que él abona. Luego, los descuentos hacen el resto. “Punto grana, aportes, cargas. Yo no manejo eso. Yo lo transfiero”, explicó.
Aseguró que cumple con todo. Que paga sueldos, impuestos, cargas y aportes “en tiempo y forma”. “Pago a todo el mundo, que alguien diga lo contrario”, desafió nuevamente. Y sostuvo que puede probarlo. Que está dispuesto a mostrar los recibos, los libros contables, los movimientos bancarios. “Cuando quieras, al que quieras, el tipo más experto en números. Me siento con él y vemos con recibos si gano o no gano plata”, propuso.
Álvarez Castellano no habló solo por sí. Reconoció que su empresa puede aguantar. Conarpesa tiene estructura integrada: planta, barcos fresqueros, flota amarilla, congeladores, logística y estiba propia. Esa diversidad le permite compensar pérdidas de un área con ganancias de otra. Pero advirtió que otras grandes empresas del sector no corren la misma suerte. “Yo veo empresas grandes que solo tienen flota congeladora, y no pueden más”, afirmó.
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Muchas de esas firmas, según explicó, tienen casas matrices en España. En su momento apostaron por Argentina. Hoy, ya no. “Pierden dinero todos los años. Ya no les cierra el negocio”, comentó. Dijo que los financistas de esas compañías ya no quieren seguir invirtiendo. “Flaco, ponete las pilas. Yo no puedo perder plata todos los años”, relató sobre las exigencias de los socios extranjeros. La rentabilidad desapareció, el mercado se achicó y las exigencias fiscales no frenan.
También hizo foco en los costos. “Si yo pago 11 millones por un sueldo, multiplicalo por veinte marineros, por los de máquinas, por los oficiales, por el combustible, por el mantenimiento”, detalló. Y agregó que, además, debe afrontar las retenciones. “De cada seis dólares que vendo, uno se lo lleva el Estado”, denunció. En ese contexto, los márgenes desaparecen. “El número no da”, repitió varias veces.
Apuntó también contra el ingreso de productos extranjeros, como el langostino banamei, que bajaron los precios internacionales. Sumó eso a la pérdida de mercados, al encarecimiento de la logística y a la parálisis de las ventas. Mientras tanto, él sigue pagando salarios multimillonarios y aportes sindicales altísimos. “Yo cumplo con todo. Pero del otro lado no pasa nada”, lamentó.
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Reiteró que el problema no está solo en los barcos ni en los muelles. Está en la falta de control, de gestión y de voluntad para discutir los fondos sindicales. “Que el SOMU diga qué hace con esos 12.000 millones”, exigió. Y pidió al Congreso que mire con atención lo que ocurre en el sector pesquero. Dijo que las empresas están al límite. Que no hay ayuda, ni diálogo, ni respuestas.
“Yo puedo aguantar un poco más, pero muchos ya no pueden”, afirmó. Señaló que el modelo actual solo beneficia a quienes recaudan, no a quienes producen. “Estamos financiando estructuras que no devuelven nada”, denunció. Y recordó que detrás de cada marea, hay una cuenta que no cierra. “El marinero cobra, el sindicato cobra, el Estado cobra. Y el empresario pone”, describió.
Cerró su intervención con una propuesta concreta. Dijo que está dispuesto a discutir todo, pero con papeles en la mano. “Yo no tengo nada que esconder. Quiero que alguien diga si estos números dan o no dan”, remató. Mientras tanto, seguirá pagando. “Pero que no me digan que no cumplo. Porque yo pago 650 millones al año. Y no sé dónde van”, concluyó.