Una minera canadiense desafía las reglas globales y quiere explotar el fondo del océano

Minería submarina

La minería submarina vuelve al centro del debate internacional por el anuncio de una empresa canadiense. The Metals Company (TMC) confirmó que pedirá una licencia de explotación directa a Estados Unidos. La novedad preocupa a científicos y ambientalistas por los riesgos de dañar ecosistemas profundos aún desconocidos, según detalló Raphaël Morán para Enfoque Internacional de Radio Francia Internacional.

Los océanos contienen minerales como cobalto, telurio y níquel, esenciales para fabricar baterías. La electrificación global aumentó la demanda de estos recursos, que yacen en fondos oceánicos a más de 4000 metros. Sin regulación firme, varias empresas buscan avanzar a toda costa.

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Hoy la minería en aguas internacionales está prohibida, pero los vacíos legales abren puertas a presiones unilaterales. TMC pretende explotar fuera del sistema multilateral, con aval de un país que ni siquiera integra la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos. Esta jugada genera alarma por su potencial efecto dominó.


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Matt Gianni, de la Coalición Internacional para la Conservación de las Aguas Profundas, fue claro. “Esta empresa TMC está haciendo lobby para conseguir una licencia fuera de la ley internacional”, advirtió. Afirmó que los riesgos ambientales superan con creces los beneficios comerciales inmediatos.

Los científicos alertan que las especies marinas no se recuperan fácilmente tras una intervención humana. Un estudio del Centro Oceanográfico Nacional del Reino Unido documentó secuelas 44 años después de una prueba minera en el Pacífico. La fauna aún no se había regenerado del todo.

El ruido de las máquinas y la dispersión de residuos cambiarían drásticamente el equilibrio ecológico. Muchas especies del fondo marino ni siquiera fueron descubiertas. Pero sus hábitats ya corren peligro sin haber sido comprendidos.


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La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos no logró consenso tras años de negociaciones. Los países no acuerdan sobre cómo compartir beneficios ni cómo proteger zonas culturales y naturales. La lentitud del proceso abre espacio para maniobras individuales.

Matt Gianni explicó que el marco legal actual exige que el uso de los océanos beneficie a toda la humanidad. “No puede beneficiar solamente a una empresa o un país”, subrayó. Sin embargo, la presión corporativa parece imponerse al diálogo multilateral.

La decisión de Noruega de suspender su propio plan de exploración generó alivio entre activistas. El país nórdico iba a habilitar permisos en 2025, pero cambió de rumbo ante la oposición científica. Otros gobiernos reclaman una moratoria global que frene la minería en aguas profundas.


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América Latina también alzó la voz contra esta avanzada empresarial sobre los fondos marinos. Países del sur global piden reglas claras y equitativas para evitar una nueva ola de saqueo ambiental. La presión por recursos no debe ignorar los riesgos planetarios.

Las ONG denuncian que este tipo de minería profundiza la desigualdad y erosiona ecosistemas sin vuelta atrás. Lo que se saque del océano no compensa lo que se pierde. El impacto no se mide sólo en toneladas, sino en siglos de vida marina.

La carrera por el litio marino no puede hacerse a ciegas. Los océanos no son una mina abierta ni un laboratorio de pruebas. Frenar ahora evita desastres que nadie podrá revertir.

Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional