Horacio Cabito volvió a Madryn con un nuevo récord tras competir en Concepción del Uruguay

“Llegar a los 90 años y poder correr todas las pruebas era mi meta, y lo logré”, contó Horacio Cabito en diálogo con La Segunda Mañana por #LA17. Con voz serena pero llena de emoción, el atleta madrynense repasó su paso por Concepción del Uruguay, donde volvió a demostrar que la edad no es un límite cuando existe pasión.

El certamen reunió a atletas de distintas provincias, con jornadas atravesadas por climas cambiantes. “El primer día no pude competir porque había una lluvia torrencial y preferí cuidar mi salud, pero en las siete carreras restantes estuve presente en todas”, relató. Esa decisión le permitió reservar energías y afrontar pruebas exigentes en condiciones de frío, viento y humedad.

Uno de los momentos más significativos fue su participación en los 2000 metros con obstáculos, disciplina que practica desde hace más de 25 años. “Fue una alegría enorme porque es una prueba muy difícil, nadie la quiere hacer, pero a mí me gusta y la disfruto”, señaló. Allí alcanzó un nuevo récord argentino para su categoría, algo que lo enorgullece y lo impulsa a seguir entrenando con la misma intensidad de siempre.

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La entrevista permitió conocer la intimidad de un corredor que se niega a bajar los brazos. “El deporte es mi pasión, he pasado torneos bajo la lluvia y con frío, y nunca lo sentí como un obstáculo”, expresó. Los entrenamientos que lo forjaron en la pista, incluso en condiciones extremas, hoy son parte de la explicación de su vigencia.

Respecto a su estado físico, habló con la franqueza de siempre. “Ya no tengo menisco, me pongo rodillera y sigo, cambiamos el aceite y listo”, bromeó. Detrás de la ironía aparece la realidad de un cuerpo que arrastra dolores, pero también la determinación de quien se acostumbró a sobreponerse. Su historia está marcada por el esfuerzo silencioso y la disciplina de décadas, un legado que inspira a jóvenes atletas.

Más allá de los tiempos y los podios, cada competencia es un reencuentro con viejos compañeros. “De los que corríamos antes quedamos muy pocos, algunos ya no están en condiciones de competir, y eso me da más fuerzas para representarlos”, afirmó. La soledad de su categoría se mezcla con la satisfacción de seguir presente, siendo referente y ejemplo.

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Aunque tenía previsto participar en el sudamericano de Chile, explicó que las trabas burocráticas lo obligaron a postergar esa meta. “Preferí esperar a los 92 para el próximo sudamericano, aunque sé que los tiempos ya no serán los mismos”, reconoció. Sin embargo, no descarta volver a competir a nivel internacional. Su objetivo es sencillo: mantenerse activo y transmitir un mensaje de superación.

El cariño de la comunidad también ocupa un lugar especial en su recorrido. En las calles de Puerto Madryn lo saludan jóvenes que alguna vez entrenaron con él. “Me dicen ‘don Horacio, yo fui atleta suyo’, y eso me llena de alegría”, contó. Esos encuentros lo conectan con generaciones enteras a las que acompañó en sus primeros pasos en el deporte.

Durante la entrevista, recordó además a su amigo y colega José Luis Grilli, con quien compartió más de treinta años de trabajo en las pistas. “Siempre lo tengo en el recuerdo, fue inseparable en esta pasión que nos unía”, expresó con la voz quebrada por la emoción. Ese vínculo refleja la profundidad de su compromiso con el atletismo, que va más allá de lo individual.

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El proyecto de crear un museo personal con sus medallas y recuerdos es una de sus metas pendientes. Piensa en dejar un legado tangible que resuma su vida deportiva. “Seguramente antes de que falte de acá de Madryn, van a tener el museo de Horacio Cabito”, adelantó. Ese sueño combina memoria, gratitud y proyección hacia las nuevas generaciones.

Antes de despedirse, dejó un mensaje que resume su filosofía. “El día que no pueda correr, lo voy a hacer con bastón, pero no voy a dejar nunca el atletismo”, dijo. Su convicción, acompañada de la humildad que lo caracteriza, se volvió una lección de vida que trasciende lo deportivo.