Río de Janeiro: más de 60 muertos en operativos contra el Comando Vermelho
Policiales28/10/2025
REDACCIÓN
operación policial contra el tráfico de drogas
Río de Janeiro amaneció bajo fuego. Desde las primeras horas del martes, helicópteros, blindados y drones de la policía irrumpieron en los complejos de Alemão y Penha, dos de las mayores favelas del norte carioca, en una operación masiva contra el Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas de Brasil. El saldo provisorio fue estremecedor: 64 muertos —cuatro de ellos policías— y más de 80 detenidos.
El operativo, que comenzó antes del amanecer, implicó el bloqueo de avenidas y autopistas estratégicas, el sobrevuelo de aeronaves y el avance de 2.500 efectivos apoyados por vehículos blindados. Las autoridades informaron la incautación de 42 fusiles de alto calibre y la captura de 81 personas, en una de las ofensivas más grandes registradas en los últimos años en Río.
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El objetivo principal era capturar a “Doca”, jefe regional del Comando Vermelho en Penha, además de desarticular una red de tráfico de drogas, armas y lavado de dinero. La policía desplegó una treintena de blindados, dos helicópteros, drones de reconocimiento y diez máquinas de demolición para abrir paso en calles bloqueadas por barricadas.
El Comando Vermelho, nacido en 1979 dentro de una cárcel de Río, evolucionó hasta convertirse en una organización criminal de alcance nacional. Su estructura descentralizada combina capos detenidos, lugartenientes en favelas y una red de financiamiento ilegal. Su poder radica no solo en el narcotráfico, sino también en el control territorial de barrios donde el Estado mantiene una presencia precaria.
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El gobernador Cláudio Castro calificó la ofensiva como una “guerra” y advirtió que “Río está sola en este enfrentamiento”, denunciando que las Fuerzas Armadas rechazaron en tres ocasiones su pedido de apoyo con blindados. Según la fiscalía, los complejos de Penha y Alemão son puntos estratégicos para el flujo de armas y drogas debido a su conexión con las principales autopistas de la ciudad.
Mientras tanto, los vecinos vivieron una jornada de terror y parálisis. Más de 200.000 personas quedaron afectadas por la suspensión de clases y el corte de transporte público, mientras los enfrentamientos convertían las calles en un campo de batalla. Se escucharon ráfagas de fusiles, explosiones y el sobrevuelo constante de aeronaves. Comercios cerrados, colectivos desviados y escuelas vacías fueron la postal del día.
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El operativo reabrió el debate sobre los límites de la fuerza estatal en zonas densamente pobladas. Organismos de derechos humanos denunciaron que las tácticas empleadas violan normas internacionales. Human Rights Watch alertó este año que un proyecto de ley en Río permitiría incentivos económicos a policías que disparen a sospechosos, lo que, según la organización, “crea un incentivo financiero para matar en lugar de arrestar”.
En informes anteriores, HRW y otras entidades ya habían advertido que muchas muertes en operativos oficiales eran en realidad ejecuciones extrajudiciales, con manipulación de escenas y escasa rendición de cuentas. La letalidad policial en Río de Janeiro se mantiene entre las más altas del continente, con casi 700 muertes atribuidas a fuerzas del orden solo en 2024.
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No es un fenómeno nuevo. En mayo de 2022, una redada en Vila Cruzeiro —zona cercana a Penha y Alemão— dejó 23 muertos y denuncias de civiles atrapados en el fuego cruzado. Las similitudes con aquel episodio refuerzan la percepción de un patrón estructural de violencia institucional que el Estado no logra revertir.
El futuro de esta ofensiva dependerá de la capacidad de las autoridades para investigar las muertes, desmantelar las redes criminales y reconstruir la confianza ciudadana. Sin políticas sostenidas en educación, empleo y urbanismo, advierten especialistas, las victorias policiales seguirán siendo efímeras frente a un ciclo de violencia que se repite.
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