Quiebra: el fin de una histórica marca de SanCor deja a 400 trabajadores sin empleo
Actualidad06/11/2025
REDACCIÓN
Flan casero SanCor
La Justicia Comercial decretó la quiebra de Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), la empresa que elaboraba los yogures, flanes y postres de la tradicional marca SanCor, dejando sin empleo a más de 400 trabajadores. El fallo del juez Federico Güerri, del Juzgado Comercial N.º 29, dispuso la liquidación total de la firma tras un largo proceso judicial que no logró revertir su crisis económica.
ARSA producía bajo licencias marcas reconocidas como Shimy, Sancorito, Sublime, Flanes Caseros SanCor, Vida, Yogs y Primeros Sabores, productos emblemáticos en góndolas de todo el país. La decisión judicial impacta en su planta de Arenaza, en el partido bonaerense de Lincoln, donde trabajaban 180 empleados, y en las instalaciones de Córdoba, que sumaban otros 200 puestos directos. Además, su red logística de 165 distribuidores abastecía semanalmente a 70.000 comercios.
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El cierre se produce tras el fracaso del concurso de acreedores iniciado en abril de 2024, una instancia que buscaba evitar la quiebra mediante el ingreso de nuevos inversores. Sin embargo, no se presentó ninguna oferta concreta pese al interés inicial de grupos como Inverlat (dueño de Havanna), Werthein y CarVal. Con la falta de capitales frescos y la imposibilidad de cumplir compromisos laborales y financieros, el proceso desembocó en la disolución definitiva.
La historia reciente de ARSA estuvo atravesada por conflictos empresariales y financieros. La firma había sido cedida en 2016 por la cooperativa SanCor al Grupo Vicentin por 100 millones de dólares, aunque más tarde fue gestionada por los empresarios venezolanos Manuel y Alfredo Fernández, titulares de Maralac S.A. (La Suipachense). En los últimos años, la compañía acumuló deudas, denuncias gremiales y una profunda caída de productividad.
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El gremio Atilra denunció reiteradas irregularidades salariales y la falta de aportes previsionales y de obra social durante más de tres años. “Los empleados cobraban sueldos en forma parcial y en efectivo, a veces apenas un cuarto del salario mensual”, señalaron representantes sindicales, quienes advirtieron que muchos trabajadores se consideraron despedidos antes del fallo judicial.
El quiebre de la láctea también expone la pérdida de capacidad industrial en el sector, que viene registrando cierres y fusiones ante la caída del consumo interno y los altos costos operativos. Aunque la empresa había argumentado que su crisis se debía al contexto macroeconómico y al control de precios del gobierno anterior, la industria atribuye el colapso a una gestión ineficiente y a una administración opaca.
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La sentencia judicial marca el cierre definitivo de una etapa para una de las marcas históricas del país, ligada durante décadas al consumo familiar y al trabajo cooperativo de SanCor. Los trabajadores esperan ahora la liquidación de haberes e indemnizaciones mientras las plantas comienzan su desmantelamiento progresivo.
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