
La revolución silenciosa que cambió para siempre la salud del mundo
Actualidad21/11/2025
Sergio Bustos
La historia de las vacunas arranca hace más de dos siglos, cuando la humanidad intentaba salir de epidemias que arrasaban ciudades enteras. La invención de la primera vacuna abrió un camino inesperado y cambió la salud para siempre, con un avance que salvó millones de vidas y redujo el miedo social a las enfermedades más letales.


En la Europa del siglo XVIII, la viruela golpeaba sin pausa. En ese escenario, el médico británico Edward Jenner escuchó a una campesina afirmar que la enfermedad no la podía afectar porque había pasado la viruela de las vacas. La frase despertó su curiosidad y dio inicio a una investigación que transformó la medicina. “Si la variante bovina genera inmunidad, tal vez pueda proteger a todos”, sostuvo en sus escritos. En 1796 probó su hipótesis y logró un método de inoculación que presentó al mundo dos años después.
El impacto fue inmediato. La vacuna se difundió con rapidez por Europa y llegó a España en 1800. Poco después, una misión sin precedentes partió hacia América: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna recorrió el mundo entre 1803 y 1808 y llevó la inmunización a territorios coloniales. Ese viaje impulsó la creación de Juntas de Vacuna y extendió un recurso sanitario que marcó generaciones.
En el siglo XIX, Louis Pasteur avanzó sobre otro concepto decisivo. Comprobó que los bacilos debilitados podían generar defensas contra enfermedades graves. En 1885 presentó su vacuna contra la rabia y abrió una nueva etapa. Antes del fin de ese siglo ya había vacunas contra el cólera, el tifus o la peste, aunque su elaboración seguía siendo artesanal y a veces generaba dudas por falta de métodos estandarizados.
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Aun así, la expansión no se frenó. En las primeras décadas del siglo XX aparecieron vacunas contra la difteria, la tuberculosis y la tosferina, tres enfermedades que golpeaban con fuerza a la población infantil. Cada avance redujo mortalidad y alivió a comunidades que vivían bajo la amenaza constante de brotes infecciosos.
Esa evolución continuó durante el siglo XX. La vacuna contra la poliomielitis de 1955 abrió un capítulo esperado y logró retrocesos históricos. Con el tiempo se sumaron las de sarampión, paperas, varicela y hepatitis B, todas integradas a esquemas de vacunación infantil que transformaron por completo la salud global.
La combinación de técnicas modernas, higiene y acceso al agua segura reforzó ese cambio. La vacunación masiva se volvió parte de la vida cotidiana y su eficacia redujo la percepción pública de su impacto real. Solo en momentos de urgencia extrema vuelve a quedar en evidencia la magnitud de este logro científico.
Hoy las vacunas siguen en el centro de las estrategias sanitarias. Son una herramienta esencial para controlar brotes, mejorar la salud pública y evitar pandemias futuras. Su historia demuestra que la ciencia puede cambiar destinos y que cada avance abre un nuevo horizonte para la humanidad.















