Grooming
La Justicia mendocina dictó tres años de prisión a un hombre que acosó a una adolescente de 13 años desde Roblox, un caso que expuso fallas de control, encendió alarmas en escuelas y abrió un debate urgente sobre el uso infantil de plataformas masivas.
La sentencia llegó después de una confesión directa. Benjamín Elías Marín Mendoza admitió que contactó a la chica desde Roblox y exigió fotos íntimas, un accionar que quedó probado en el acuerdo de juicio abreviado. El caso instaló un precedente que la provincia no tenía.
El juez Marco Martinelli validó el pacto entre el fiscal Flavio D’amore y el acusado. La pena: tres años de prisión por distribuir imágenes de abuso infantil. La resolución detalló cómo empezó el vínculo y de qué forma derivó en acoso sostenido.
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La investigación mostró el recorrido del agresor. Primero simuló amistad. Luego consiguió el número de WhatsApp. “Ahí empezó a pedirle fotos privadas”, reveló la causa, que reconstruyó semanas de manipulación hasta que la madre de la chica descubrió los chats.
El acuerdo se cerró rápido porque el imputado reconoció todo. La fiscalía remarcó que su antecedente de 2021 pesó en la causa: el NCMEC ya lo había señalado por circulación de material de menores. Ese dato reforzó la decisión de avanzar sin demoras.
El expediente sumó otra versión que retrata la dimensión del caso. El acusado usó Roblox como punto de entrada, un espacio con millones de chicos conectados a diario. Esa dinámica expone a usuarios sin filtros estrictos de identidad y habilita contactos riesgosos.
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En paralelo, Buenos Aires bloqueó Roblox en escuelas públicas tras una denuncia similar. “Las escuelas deben ser espacios seguros también en el mundo digital”, sostuvo la ministra Mercedes Miguel, al explicar la restricción preventiva en redes educativas.
Las advertencias no son nuevas. Roblox funciona con chats abiertos y permite crear juegos o experiencias sin conocimientos técnicos. Ese atractivo convive con la presencia de casinos virtuales, microtransacciones y sistemas donde algunos gastan fortunas para avanzar.
Un informe citado por creadores digitales expuso otro costado del negocio. Mientras un jugador puede invertir mil dólares para comprar Robux, los desarrolladores reciben apenas un cuarto de lo que generan sus propios juegos, una brecha que alimenta críticas crecientes.
El caso mendocino dejó un gesto fuerte: la Justicia respondió a una modalidad frecuente en entornos de videojuegos. La condena marcó un límite y recordó que el cuidado digital exige atención constante, sobre todo para quienes usan estas plataformas desde edades muy tempranas.
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