Un llamado urgente a reforzar la prevención del VIH en un contexto que exige información y cuidados

La agenda pública vuelve a poner el foco en el VIH y lo hace con cifras que requieren atención sostenida, ya que más de 17 personas reciben cada día un diagnóstico en Argentina, un dato que refleja la necesidad de ampliar información clara y garantizar condiciones de cuidado accesibles para todas las edades. La conversación incluye a adolescentes que atraviesan sus primeras experiencias, porque esa etapa introduce dudas, relaciones nuevas y la necesidad de una guía responsable que ayude a tomar decisiones sin presiones ni temores.

La Dra. Valeria Valko remarcó que “la educación sexual integral, el acceso a preservativos y la posibilidad de realizar consultas médicas confidenciales resultan esenciales para disminuir infecciones”, ya que estas herramientas fortalecen hábitos de cuidado. El sistema sanitario estima que unas 140.000 personas viven con VIH en el país, y que un 13% aún no conoce su diagnóstico, un dato que confirma la necesidad de promover el testeo voluntario y de ampliar las estrategias de prevención combinada en todos los territorios y grupos etarios.

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El VIH es un virus que afecta el sistema inmunológico y que puede avanzar hacia el sida cuando no hay diagnóstico a tiempo ni acompañamiento terapéutico, aunque la mayoría de las personas con VIH que acceden a medicación adecuada nunca llega a estadios avanzados. La explicación resulta clave para derribar prejuicios, porque virus y enfermedad no son sinónimos y porque el tratamiento temprano ofrece eficacia sostenida. El sida aparece cuando la infección progresa sin control, algo que se evita con chequeos oportunos y continuidad médica.

La transmisión en Argentina se concentra en relaciones sexuales anales o vaginales sin preservativo y supera el 98% de los casos registrados, una proporción que la comunidad científica señala desde hace años. En menor medida puede producirse por prácticas orales, por compartir agujas o elementos cortopunzantes o durante el embarazo, parto o lactancia sin controles adecuados, mientras que no se transmite por abrazar, besar, compartir mate, vasos, duchas o baños, información básica que todavía aclara situaciones habituales en centros de salud y ámbitos educativos.

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La médica ginecóloga de Ospedyc sostuvo que “la prevención del VIH reúne distintas herramientas que funcionan en conjunto, mientras que el preservativo continúa siendo esencial por su eficacia y disponibilidad”, y sumó que el concepto científico I=I —Indetectable es igual a Intransmisible— representa uno de los avances más significativos de las últimas décadas. “Una persona que sigue su tratamiento y mantiene carga viral indetectable durante al menos seis meses no transmite el virus por vía sexual”, afirmó, lo que evidencia el impacto sanitario del acceso garantizado a medicación antirretroviral.

Esa mirada integral incluye la PrEP, un método preventivo para personas sin VIH que tienen riesgo elevado de exposición, que alcanza una eficacia cercana al 99%, y también la PEP, que se administra ante una situación puntual de riesgo y debe iniciarse dentro de las 72 horas para mantener su efectividad. Ambas estrategias se integran hoy a políticas públicas en centros de salud y hospitales de todo el país, con protocolos que buscan ofrecer respuestas rápidas y accesibles.

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El test de VIH es gratuito, voluntario y confidencial, se realiza con turno previo y sin ayuno, y funciona como la puerta de entrada a diagnósticos tempranos que permiten frenar la infección antes de que avance. Para una persona activa sexualmente, la recomendación indica al menos un test por año, mientras que quienes mantienen múltiples parejas o se encuentran en situaciones de mayor exposición deberían hacerlo cada tres a seis meses para sostener un control adecuado y reducir riesgo.

Iniciar el tratamiento antirretroviral de manera oportuna permite controlar el virus, impedir su avance y sostener calidad de vida, algo posible porque Argentina garantiza de manera gratuita toda la medicación a través del sistema de salud. La continuidad del tratamiento es determinante y se acompaña con consultas médicas regulares, estudios de laboratorio y espacios de orientación que ayudan a despejar dudas y mantener hábitos de cuidado sostenidos en el tiempo.

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En el caso de adolescentes, la importancia del acompañamiento adquiere un peso central, porque esta etapa combina descubrimiento, inexperiencia, presión social y preguntas que muchas veces no encuentran un espacio seguro. Generar lugares donde puedan conversar sin estigma, acceder a preservativos y recibir orientación especializada fortalece la autonomía y favorece decisiones informadas sobre sus relaciones afectivas y sexuales.

La Dra. Valko concluyó que “con información clara, acompañamiento profesional y redes de contención es posible fortalecer la autonomía de las y los jóvenes y ayudarlos a tomar decisiones informadas sobre su cuidado”, una síntesis que integra prevención, salud pública, educación y vínculos respetuosos como bases de una política sanitaria que debe sostenerse durante todo el año.

Fuente: NA.