Asfura toma ventaja en las presidenciales de Honduras mientras crece la desconfianza

El escenario político hondureño quedó marcado por un recuento que avanza con ritmo inestable y que posiciona a Nasry Asfura como el candidato más votado con el 40,6% de los sufragios, según reportes divulgados por medios internacionales. La proyección difundida desde distintos portales señala una elección reñida que mantiene en suspenso al país, mientras observadores remarcan la necesidad de garantizar transparencia en cada etapa del conteo.

En segundo lugar aparece Salvador Nasralla, quien alcanza el 38,8% de los votos y disputa un espacio determinante en la pelea por la Presidencia. El tercer puesto queda en manos de Rixi Moncada, referente del oficialista Partido Libre, que suma el 19,6%, un resultado que según el análisis de RFI representa “un fuerte castigo para el movimiento fundado por el expresidente Manuel Zelaya”, una lectura que instala debate en el interior del espacio gobernante.

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Mientras avanza el escrutinio, distintos medios insisten en que la desconfianza hacia el recuento vuelve a figurar en la conversación pública, un elemento recurrente en comicios hondureños que provoca vigilancia adicional de organizaciones sociales y misiones regionales. Las denuncias sobre demoras, inconsistencias o presiones políticas concentran atención y alimentan expectativas sobre los resultados finales.

Asfura, empresario y exalcalde de Tegucigalpa, mantiene una imagen marcada por su apodo popular “Papi a la orden”, una frase que se consolidó durante su gestión municipal y que se transformó en parte de su identidad política. Su candidatura recibió apoyo externo que generó repercusiones en la región por la intervención de figuras internacionales con influencia en el mapa político latinoamericano.

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El respaldo más resonante provino del presidente estadounidense Donald Trump, quien expresó su postura en plena veda hondureña. Esa participación se sumó a la intervención del mandatario argentino Javier Milei, que también manifestó apoyo durante el período en el que las declaraciones públicas se encontraban restringidas, generando críticas de sectores que consideran que este tipo de pronunciamientos interfiere en la autonomía electoral del país centroamericano.

Medios internacionales señalan que la participación de líderes extranjeros en un contexto de veda habilitó nuevas discusiones sobre el peso de las alianzas geopolíticas y la capacidad de las instituciones hondureñas para sostener procesos electorales con reglas claras y respeto por los tiempos legales. Este aspecto se volvió uno de los puntos más mencionados desde que se conocieron los primeros porcentajes oficiales.

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A medida que crece la expectativa por los datos definitivos, distintas organizaciones civiles reclaman comunicación constante y criterios unificados para evitar interpretaciones erróneas. La historia reciente del país, signada por denuncias y controversias, refuerza esa demanda de explicaciones inmediatas y controles cruzados para asegurar un proceso creíble.

Fuente: NA.