Los Pumas volverán a cruzarse con Fiji en un Mundial cuarenta años después del histórico debut

Los Pumas volverán a coincidir con Fiji en una Copa del Mundo después de cuatro décadas, un dato que por sí solo genera un interés singular en una competencia donde el seleccionado argentino suele compartir grupos con potencias habituales, pero casi nunca con el equipo del Pacífico. El único antecedente entre ambos en un Mundial ocurrió en 1987, año en que Argentina disputó su primer partido en la historia del certamen y abrió un camino que la llevaría, con el tiempo, a instalarse entre las grandes naciones del rugby internacional.

Aquel encuentro inicial se jugó el 24 de mayo de 1987 en Hamilton, Nueva Zelanda, en un escenario donde los Pumas buscaban afirmarse en su estreno absoluto. El resultado fue un 28-9 a favor de Fiji, que impuso un ritmo veloz y una potencia física que complicaron al conjunto argentino en un debut que resultó exigente desde el primer minuto. Ese partido integró al equipo nacional en un Grupo C completado por Nueva Zelanda e Italia, en una etapa fundacional que marcó el punto de partida de su identidad mundialista.

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Desde entonces, Argentina acumuló cruces con rivales europeos y del Hemisferio Sur, con encuentros repetidos ante seleccionados como Inglaterra, Francia, Irlanda o Nueva Zelanda, pero sin volver a coincidir con Fiji. Esa ausencia prolongada convierte al choque de 2027 en un capítulo especial, no solo por lo simbólico del reencuentro sino por la evolución que ambos equipos alcanzaron a lo largo de estos cuarenta años.

El contexto actual encuentra a los Pumas en un período de madurez deportiva, con estructura consolidada y un nivel competitivo que los ubica entre los equipos más estables del rugby del Hemisferio Sur. Fiji, en tanto, llega como una selección impredecible, capaz de presentar un juego dinámico y explosivo que puede complicar a cualquier rival cuando logra cohesión y precisión en los primeros contactos.

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El duelo en Australia ya se perfila como uno de los más atractivos del grupo, por historia, por presente y por el contraste de estilos que ambas selecciones suelen mostrar. Para Argentina también aparece como una suerte de revancha emocional, una oportunidad de medir su evolución en un escenario mundialista frente a un rival que marcó la primera página de su historia en el torneo.

El reencuentro, entonces, no solo propone un partido de alto interés deportivo, sino también un viaje simbólico a los orígenes de los Pumas en los Mundiales, en un año en el que buscarán reafirmar su crecimiento con un rendimiento competitivo y sostenido.