Flores fósiles de 101 millones de años permiten reconstruir antiguos ecosistemas junto al Patagotitan

Chubut05/12/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
FLOR FÓSIL
FLOR FÓSIL

El reciente descubrimiento de flores fósiles de 101 millones de años en la Formación Cerro Barcino volvió a poner a Chubut en el centro de la paleontología mundial. La nueva especie, denominada Patagoflora minima, apareció en el mismo yacimiento donde se recuperaron los restos de Patagotitan mayorum, considerado el dinosaurio más grande conocido hasta ahora. El análisis del material fue publicado en Cretaceous Research y abre nuevas posibilidades para estudiar los paisajes que rodeaban a los grandes saurópodos del Cretácico.

Las excavaciones realizadas en ese sector del Albiano Superior revelaron que parte de la paleoflora quedó preservada junto a los huesos de una antigua manada de titanosaurs. Las flores, que miden menos de 10 milímetros, son pistiladas, pentámeras y actinomorfas, características que las ubican entre los registros más antiguos y mejor datados de angiospermas tempranas del sur de Gondwana. Para los especialistas, la antigüedad y el nivel de detalle convierten al hallazgo en un aporte excepcional.


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Los investigadores remarcaron que se trata del primer registro de flores del Albiano para el sur de Sudamérica, un dato que modifica la comprensión del paisaje vegetal de la región hace más de 100 millones de años. La presencia de estructuras reproductivas fósiles en asociación directa con restos de dinosaurios resulta poco habitual y ofrece una mirada más completa sobre el entorno en el que vivieron esos animales.

El estudio señala que las flores aparecieron junto a hojas, semillas, madera fósil y otros elementos vegetales que permiten reconstruir con mayor precisión los ecosistemas del Cretácico. Esta combinación de materiales aporta pistas sobre el clima, la composición del suelo y la relación entre la flora y la fauna de aquel período, aspectos que suelen quedar por fuera cuando solo se conservan restos óseos.


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La escasez de registros de flores fósiles en el hemisferio sur, especialmente del Cretácico temprano a medio, se asocia a sesgos geográficos y de preservación. Por eso, la aparición de Patagoflora minima en la Patagonia constituye un avance relevante. Su existencia ayuda a completar vacíos de información y ofrece un marco más claro para entender la expansión temprana de las angiospermas, uno de los procesos evolutivos más analizados en la biología moderna.

Otro punto destacado del trabajo científico es la evidencia directa sobre la morfología pentámera de estas plantas tempranas. El material disponible incluye numerosos ejemplares, aunque varios presentan deformaciones o estructuras incompletas. Esa condición representa un desafío técnico para los estudios posteriores, pero aun así permite establecer patrones claros sobre la forma y la organización de estas flores ancestrales.


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Los especialistas explicaron que la asociación entre vegetación fósil y restos de dinosaurios crea oportunidades únicas para el análisis interdisciplinario. En este caso, el hallazgo permite revisar cómo se distribuía la flora en los ambientes que recorrían los titanosaurs y qué tipos de plantas acompañaban su ciclo de vida. La coexistencia registrada en Cerro Barcino ofrece un escenario más dinámico para interpretar la diversidad del Cretácico en Patagonia.

El trabajo publicado subraya que este material fósil no solo amplía el registro paleobotánico de la región, sino que también abre líneas de investigación sobre la interacción entre flora y fauna en uno de los momentos de cambio más relevantes de la historia de las plantas. La combinación de estructuras reproductivas, hojas fósiles y madera permite avanzar en modelos más precisos sobre la composición del paisaje.

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