
El Indio Solari volvió por un rato al "escenario" y La Plata vibró con su mensaje
Otros Temas07/12/2025
REDACCIÓN
El sábado cayó sobre La Plata con un clima espeso, de esos que anuncian algo grande. El Único Diego Armando Maradona recibió a miles de personas que llegaron con banderas, remeras gastadas y la ansiedad a flor de piel. Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado volvieron a encender su ritual y, aun sin el Indio en escena, la energía del público sostuvo cada golpe de batería.


La banda arrancó con un sonido firme y un ritmo que se expandió por las tribunas. El pogo creció desde el primer tema y la tensión previa se transformó en alegría pura. Los músicos se movieron con soltura y el estadio se volvió un coro interminable. Nada parecía alterar esa fiesta hasta que las pantallas cambiaron de tono y un silencio extraño se abrió paso.
El rostro del Indio apareció de golpe. Su voz sonó clara, cálida, cercana. “Quería jugar a que estoy con ustedes”, dijo sin rodeos, y el estadio quedó paralizado por un segundo. El público levantó los brazos y la emoción avanzó como un viento fuerte que empuja todo lo que toca.
El músico habló con calma. “Ya saben ustedes de qué hablo, que no me permiten estar ahí y subir al escenario”, lanzó con ironía suave, mientras las luces bajaban y las miradas se llenaban de lágrimas. Su mensaje no buscó dramatizar. Llegó simple, directo y cargado de afecto.
“Los quiero mucho, los respeto mucho como público. Son de los mejores del planeta”, siguió el Indio, y la multitud respondió con un rugido que se oyó hasta afuera del estadio. Los músicos en escena lo miraron desde un costado y sonrieron. La noche cambió en un instante.
Las redes estallaron al mismo tiempo que la tribuna. Mensajes, fotos, videos y frases de agradecimiento se multiplicaron en cuestión de minutos. Nadie quiso quedarse afuera de ese encuentro inesperado, de ese abrazo virtual que rompió cualquier distancia física.
El mensaje también recordó la fragilidad del cuerpo y la fuerza del deseo. Días antes, el músico había contado en radio cómo convive con el Parkinson y cómo reordena sus rutinas. “Esta no es una buena mañana”, dijo entonces, y dejó ver una honestidad que pocos artistas se permiten mostrar.
Pero en su casa, entre cables y programas, la máquina creativa sigue encendida. “Tengo canciones para la cuarta generación de Solaris del futuro”, lanzó con orgullo, como quien conserva un tesoro. El humor ácido sigue de su lado y aparece incluso en los momentos duros. “Me está caga... a patadas en el culo”, bromeó sobre su vínculo con Dios, con una sonrisa que todavía atraviesa pantallas.
El estadio, mientras tanto, volvió a la música con una energía que pareció renovada. Los Fundamentalistas tomaron la posta y el público respondió sin descanso. Hubo saltos, abrazos y un canto sostenido que recordó por qué ese vínculo no se rompe.
La noche terminó con una sensación compartida: el Indio no estuvo en persona, pero estuvo de otra forma. Su ausencia se volvió presencia y su voz, aun grabada, sostuvo una tradición que supera cualquier distancia. La Plata lo sintió. El rock argentino también.
















