
Michael Bublé conmovió al Vaticano y León XIV sorprendió con un gesto inesperado
Otros Temas09/12/2025
REDACCIÓN
El aula Pablo VI quedó en silencio apenas Michael Bublé pisó el escenario. El público ya esperaba emoción, pero la noche tomó un rumbo distinto cuando el papa León XIV se ubicó entre los asistentes, lejos del protocolo y más cerca de la gente que impulsó este encuentro.


El cantante abrió con “Feeling Good” y de inmediato encendió el auditorio. No hubo distancia entre artista y público. Bublé habló, sonrió y buscó miradas. Se notó cómodo y dejó ver su tono más cálido.
En el Vaticano, la Navidad siempre ocupa un lugar especial. Por eso, cuando sonaron los clásicos de temporada, parte del público cantó sin timidez. Bublé siguió ese clima y lo amplificó con guiños constantes.
El artista, visiblemente emocionado, soltó “Este es el mejor día de mi vida”. Lo dijo sin pausa, como quien no necesita medir el efecto de sus palabras. La respuesta fue inmediata: aplausos largos que obligaron a detener la banda.
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León XIV, sentado entre migrantes, personas sin hogar y presos con permisos especiales —los “invitados de honor”—, acompañó cada canción con un gesto distinto. Aplaudió, sonrió y en algunos tramos incluso movió los labios como si cantara con ellos.
Cuando terminó el show, el papa se acercó al artista y, en un saludo breve, dejó otra frase que quedó flotando en el auditorio: “La música es un don para todos, ricos y pobres”. Nadie esperaba ese momento tan cercano.
El pontífice no solo agradeció a Bublé y a su esposa. Caminó entre los asistentes, estrechó manos y se detuvo a escuchar. Ese recorrido improvisado terminó de sellar el espíritu del evento.
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La cita, que ya va por su sexta edición, mantiene su identidad: un espacio donde la música reúne a quienes pocas veces ocupan un lugar central. Este año, 3.000 entradas quedaron reservadas para ellos.
Bublé, consciente del entorno, mantuvo un tono respetuoso y festivo. No sobreactuó. Dejó que la noche hablara sola. El público acompañó ese ritmo y evitó cualquier gesto exagerado.
El cierre quedó en manos del papa, que remarcó otro pensamiento que muchos grabaron en sus teléfonos: “Somos mucho más que nuestros problemas”. Así terminó una noche que mezcló emoción, cercanía y un mensaje directo.















