
La mamá de las hermanas fallecidas en el temporal de Bahía pide homenaje al chofer
Actualidad16/12/2025
Sergio Bustos
El temporal dejó 18 muertes en Bahía Blanca y, nueve meses después, el dolor vuelve a golpear con un reclamo directo.


Marina Haag, madre de Pilar y Delfina Hecker, apunta al mismo punto desde el primer día: quiere un reconocimiento oficial para Rubén Zalazar, el chofer que perdió la vida mientras intentaba salvar a las nenas en medio de la inundación.
Haag usa sus redes para insistir y también para contar, otra vez, lo que recuerda de esas horas. “No hay un homenaje institucional”, expresa, y cuestiona que ninguna autoridad local haya puesto en palabras y en un acto público lo que Zalazar hizo.
El reclamo no busca una foto ni un momento de protocolo. Busca algo más básico: que el Estado local diga, sin vueltas, que Zalazar actuó por los demás y pagó con su vida.
OTRAS NOTICIAS
En el relato de la madre aparece un detalle que vuelve como un nudo en la garganta. Zalazar intentó sostener a una de las niñas cuando el agua ya arrastraba todo, hasta que la correntada los llevó.
Rescatistas encontraron el cuerpo de Zalazar días después, cerca del lugar donde ella logró salir con vida. La escena dejó marcas y también preguntas que todavía no cierran.
Después vino lo peor: la espera. Bahía Blanca miró el cielo, los canales de desagüe, las orillas, los operativos, cualquier movimiento que trajera una señal.
Las búsquedas se extendieron durante semanas. En ese tiempo, la ciudad convivió con la incertidumbre y con un silencio pesado que se metió en cada conversación.
Rescatistas encontraron a Pilar a comienzos de abril. El hallazgo trajo un impacto inmediato y reavivó la angustia por Delfina, la beba.
OTRAS NOTICIAS
El 26 de abril, pericias genéticas confirmaron la identidad de Delfina tras otro hallazgo que cerró una etapa y abrió otra: la del duelo sin atajos.
En ese contexto, Haag vuelve a levantar la voz. Pide que el municipio declare a Zalazar “héroe de Bahía Blanca” o que impulse un reconocimiento público que deje constancia de su acción.
No plantea un pedido abstracto. Marca una línea: un acto, una declaración, una placa, una ceremonia pública, algo que quede y que no dependa de posteos que el algoritmo entierra.
Hasta ahora, Haag sostiene que el municipio no responde de manera formal. Y ese vacío, dice, duele tanto como el recuerdo.
El reclamo, nueve meses después, no cambia de forma: quiere memoria con firma y sello, no solo palabras sueltas.


















