
El llanto de José Luis "Batata" Clerc por Guillermo Vilas: rivalidad atrás, afecto intacto
Deporte16/12/2025
REDACCIÓN
La salud de Guillermo Vilas permanece envuelta en reserva, pero su figura sigue muy presente. Esta vez, el que puso voz a esa ausencia fue José Luis Clerc, quien se quebró al recordar a su amigo y exrival.


El momento ocurrió durante una charla con ESPN. Frente a cámara, Batata intentó seguir, pero la emoción lo desbordó. “No sabés lo que lo extraño”, alcanzó a decir antes de romper en llanto.
La escena recorrió las redes y tocó una fibra sensible entre fanáticos del tenis argentino. No solo por lo que representa Vilas, sino por la sinceridad cruda de quien compartió con él años intensos dentro y fuera de la cancha.
Clerc y Vilas sostuvieron una rivalidad fuerte durante sus carreras. Sin embargo, el paso del tiempo corrió el foco del marcador y dejó lugar a otro vínculo, más profundo y personal.
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No es la primera vez que Batata se muestra así al hablar del marplatense. Años atrás, ya había contado cuánto lo marcó un gesto privado de Vilas. “Eso borró todo, la competencia y los malos momentos”, expresó en aquella ocasión.
En esta entrevista, Clerc imaginó un reencuentro que hoy parece lejano. Y puso en palabras lo que siente. “Le diría que lo quiero, que lo extraño, que me disculpe si alguna vez le falté el respeto”, confesó con la voz quebrada.
El extenista fue más allá y dejó una definición que resume la dimensión de Vilas. “Fuiste un ídolo, fuiste un genio. Gracias por todo lo que hiciste por mi país y por mí”, agregó, sin ocultar la emoción.
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Mientras tanto, la familia de Vilas mantiene una postura firme de discreción. Su hija mayor, Andanin, explicó tiempo atrás la decisión de cuidar la intimidad y evitar versiones sin sustento.
“Mi papá está muy bien, eso es lo que puedo decir”, aclaró, y remarcó la importancia de proteger a sus hermanos menores del ruido externo.
El testimonio de Clerc reavivó el cariño colectivo por Vilas. Más allá de títulos y estadísticas, dejó a la vista algo más duradero: el afecto entre dos gigantes que aprendieron a mirarse sin red.
















