Desde Madryn, un método acuático infantil gana reconocimiento en ámbitos pedagógicos internacionales
Chubut24/12/2025
REDACCIÓN
Alejandro Ruiz Diaz
La enseñanza acuática infantil que se impulsa desde Puerto Madryn sumó este año una proyección que excede el ámbito local y nacional. La experiencia parte de una metodología aplicada a la natación con aletas, con eje en la coordinación motriz subacuática, y se desarrolla desde la escuela Hermandad del Escrófalo, con base en el natatorio de la Escuela de Triatletas. El trabajo combina formación docente, seguimiento pedagógico y una mirada integral sobre el aprendizaje en la infancia.
El responsable del proyecto es Alejandro Ruiz Díaz, profesor de natación con aletas, quien explicó que la propuesta surgió a partir de investigaciones centradas en cómo se mueve el cuerpo infantil bajo el agua. A diferencia de los enfoques tradicionales, el método observa que gran parte de la propulsión acuática ocurre en el espacio subacuático y no solo en superficie, lo que obliga a repensar las prácticas desde edades tempranas.
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El trabajo incorpora el uso de aletas y snorkel como herramientas pedagógicas, no con fines competitivos, sino para mejorar coordinaciones, equilibrio y percepción corporal. Ruiz Díaz explicó que estos aprendizajes se construyen con progresión y didáctica, y que se aplican en niños de entre 6 y 11 años, con impacto en múltiples prácticas acuáticas posteriores. “Para moverse bien con aletas hay que incorporarlas al cuerpo como una parte más, y eso lleva tiempo y enseñanza”, señaló durante la entrevista en #LA17.
La metodología se apoya en lo que el equipo denomina “laboratorios pedagógicos”, una instancia de trabajo directo en el agua, con observación permanente y análisis de cada proceso. Lejos de una práctica improvisada, el enfoque se basa en la disciplina entendida como actitud, perseverancia y curiosidad por aprender. En palabras del docente, se busca provocar en la infancia “el placer de sentir que uno aprende”.
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El proyecto comenzó a compartirse en distintas provincias argentinas y luego se extendió a otros países. Según detalló Ruiz Díaz, la experiencia ya se presentó en Córdoba, Neuquén y Chubut, y actualmente se replica en Estados Unidos, México, Colombia, Perú y Venezuela. El interés surgió a partir del reconocimiento de organismos y federaciones vinculadas a las actividades subacuáticas, que valoraron el enfoque pedagógico y humano del método.
En ese recorrido, el trabajo desarrollado en Madryn también abrió puertas en espacios internacionales vinculados a la enseñanza respetuosa de la infancia. Este enfoque propone posicionarse empáticamente en las necesidades concretas de cada niño y exige una presencia activa del docente durante la clase. “Orientar no es conducir, es acompañar desde un escenario cuidado, participando de la experiencia”, explicó Ruiz Díaz al describir el rol del educador en el agua.
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Durante el cierre del ciclo anual, la escuela de natación con aletas entregó certificaciones y boletines descriptivos a los niños que participaron de 36 clases a lo largo del año. Cada estudiante recibió un seguimiento individual de sus aprendizajes, un carnet como nadador infantil de aletas y una medalla al mérito. La certificación contó con el aval de la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas, lo que permitió integrar a las infancias al ámbito federativo desde una perspectiva formativa.
El trabajo local también alimentó investigaciones regionales. Ruiz Díaz relató que, a partir de la experiencia en Madryn, se realizó un estudio sobre coordinación infantil en el espacio subacuático durante un campeonato nacional en Perú, con participación de docentes de varios países. La investigación incluyó registros directos y en diferido, observación con dispositivos acuáticos y análisis de tiempos y distancias seguras en prácticas como la apnea.
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Más allá de los reconocimientos, el docente subrayó el valor social del natatorio y de la Hermandad del Escrófalo en la ciudad. Recordó que miles de personas aprendieron a nadar allí a lo largo de los años, un dato que no suele medirse en premios, pero que representa un impacto profundo en términos de seguridad y salud. “Cuando alguien entra al agua y sale sabiendo nadar, no hay medalla que iguale eso”, expresó.
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