Cómo comer las 12 uvas en Año Nuevo y evitar atragantamientos

La tradición de comer las 12 uvas durante la medianoche de Año Nuevo se repite cada diciembre en miles de hogares, aunque no siempre se evalúan los riesgos asociados a la forma y al contexto en que se consume este alimento. Distintos especialistas advierten que el momento festivo, la prisa por seguir el conteo y la distracción general pueden favorecer situaciones de atragantamiento.

Un informe elaborado por la Asociación Española de Pediatría señala que la asfixia figura entre las principales causas de mortalidad infantil, especialmente en niñas y niños de entre uno y cinco años, etapa en la que las habilidades de masticación y deglución todavía no alcanzan un nivel pleno de coordinación.

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Durante las Fiestas de Fin de Año el riesgo se incrementa porque en las mesas aparecen alimentos que pueden obstruir las vías respiratorias, como uvas, frutos secos, turrones o caramelos. A esto se suma el clima de celebración, que muchas veces reduce la atención de los adultos mientras los más chicos comen.

Los especialistas remarcan que no se deben ofrecer uvas enteras a niños menores de cuatro o cinco años, ya que su tamaño y textura facilitan el paso directo hacia la garganta. En estos casos, se sugiere adaptar el ritual para que los menores participen sin exponerse a situaciones peligrosas, evitando además otros productos duros o pequeños que puedan desprender fragmentos al morderlos.

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Para que el consumo resulte más seguro, la preparación de las uvas también resulta determinante. Los profesionales recomiendan cortarlas en trozos longitudinales, retirar la piel y las semillas, y ofrecerlas únicamente cuando el niño se encuentre sentado, tranquilo y bajo supervisión directa de un adulto. La piel resbaladiza y las semillas sueltas representan factores que aumentan el riesgo si no se retiran previamente.

Las advertencias no se limitan a la infancia. Las personas mayores de 65 años y quienes padecen disfagia, un trastorno que dificulta la masticación o la deglución, también integran los grupos que requieren mayor atención durante este tipo de celebraciones, incluso cuando el consumo se da en pequeñas cantidades.

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La recomendación general apunta a priorizar la prevención y la observación constante, entendiendo que la celebración puede mantenerse sin poner en riesgo la salud. Adecuar los alimentos y el entorno permite sostener la tradición sin incidentes, especialmente en contextos familiares donde conviven personas de distintas edades.

Fuente: NA.