Clara victoria del "Pincha".
Estudiantes arrancó la Libertadores con autoridad y sin dudas. Ganó con solidez, manejó los tiempos y marcó en los momentos justos. El Pincha volvió a mostrar su mejor versión en una cancha difícil, ante un rival entusiasta pero limitado.
Desde el primer minuto se adueñó del juego. No se desesperó, no se desordenó. Tocó por abajo, buscó por las bandas y atacó con criterio. "Jugamos como pide la historia del club", dijo Domínguez tras el partido.
Carabobo esperó en su campo y apostó por el contraataque. Pero no generó peligro. La defensa de Estudiantes se mostró firme. El mediocampo ganó cada dividida. El ataque se movió con fluidez, aunque tardó en romper el cero.
La apertura del marcador llegó justo antes del descanso. Santiago Núñez se elevó en el área y metió un cabezazo letal. Fue tras un centro preciso desde la derecha. El arquero Lucas Bruera voló, pero no alcanzó a desviar la pelota.
Bruera tuvo una buena actuación pese a los goles. Tapó varios remates de Guido Carrillo y evitó una goleada. El arquero surgió de las inferiores del Pincha y fue reconocido por sus ex compañeros al final del partido.
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El segundo tiempo fue todo de Estudiantes. Mantuvo la intensidad, atacó con paciencia y encontró espacios. Carabobo no logró cortar el circuito de juego. Ni con faltas. Ni con cambios. Ni con empuje.
El local se quedó con diez jugadores por una patada brutal. Edson Tortolero fue expulsado a los 19 minutos por una falta sobre Ezequiel Piovi. La roja fue directa. El árbitro no dudó. Y el VAR lo respaldó.
A partir de ahí, el Pincha tuvo más espacios. Movió la pelota y cansó al rival. El segundo gol llegó tras una infracción clara en el área. Pablo Bonilla derribó a Santiago Arzamendia y el árbitro primero no lo vio.
El VAR corrigió la decisión. Jhon Osorio fue al monitor, revisó la jugada y cobró penal. El estadio protestó. El banco local también. Pero la repetición fue contundente. La infracción existió y se sancionó correctamente.
Santiago Ascacibar se encargó de patear el penal. Acomodó la pelota, respiró profundo y remató con fuerza. El disparo pegó en el travesaño y entró. Golazo. Locura de los hinchas argentinos en las tribunas del Misael Delgado.
A partir del 2 a 0, el partido quedó liquidado. Estudiantes bajó un cambio. Tocó sin apuro. Cuidó piernas. Carabobo no reaccionó. El tiempo pasó entre toques y ovaciones. "Ganamos con la camiseta y con la cabeza", dijo Ascacibar.
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Eduardo Domínguez valoró el rendimiento del equipo. "Fuimos serenos, intensos y claros", declaró tras el triunfo. El cuerpo técnico pidió concentración hasta el final. Nadie se relajó. El objetivo era sumar y lo lograron.
El debut fue ideal. El tetracampeón de América mostró credenciales. No recibió goles. No cometió errores. No dio ventajas. Ganó en la primera fecha y se ubicó como líder del Grupo A con tres puntos.
Carabobo quedó último en la tabla. Jugó de local, pero no generó chances. No tuvo reacción. Se mostró nervioso. Sufrió la presión. Y perdió el orden después de la expulsión. Tendrá que mejorar mucho para seguir en carrera.
Estudiantes recibirá a Universidad de Chile en la próxima fecha. El partido será el martes 8 de abril a las 21:30 en el estadio UNO. Carabobo visitará a Botafogo ese mismo día, pero más temprano, a las 19, en Río de Janeiro.
La agenda ya marca los próximos pasos. Domínguez intentará repetir la fórmula. Presión alta, equilibrio en el medio y decisión para atacar. Los resultados acompañan cuando el equipo juega con confianza y convicción.
La Copa exige regularidad. Estudiantes lo sabe. Tiene historia. Tiene experiencia. Y tiene plantel. El objetivo no se dice. Se construye partido a partido. Este fue el primer paso. Firme. Contundente. Inobjetable.
"La Libertadores te exige estar al ciento por ciento", dijo Piovi. El equipo lo entendió. Jugó sin distracciones. Respetó al rival. Pero nunca renunció a su plan. Esa mentalidad se notó desde el primer pase.
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En Valencia, Estudiantes ganó sin sobresaltos. Marcó presencia. Dio el golpe justo. Y se volvió con los tres puntos en el bolso. La ilusión está encendida. Los hinchas lo saben. Y lo sienten.
"Esto recién empieza, pero estamos para más", gritó un hincha en la tribuna. El grupo lo escuchó. Saludó desde el campo. Se abrazó. Y se fue al vestuario con una sonrisa. Como manda la mística del León.
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