Pablo Collazo: una vida redonda como una pelota

Deporte16/04/2025 Cristian Roldán
Pablo Collazo también dejó su huella como comentarista, compartiendo micrófono junto a Cristian Roldán en La 17
Pablo Collazo también dejó su huella como comentarista, compartiendo micrófono junto a Cristian Roldán en La 17.

Un mimo al alma. Así podría resumirse este reconocimiento a Pablo Collazo, un nombre que se ganó el respeto y el cariño del fútbol argentino, especialmente en el sur del país. Nacido en Gualeguaychú en 1939 y criado desde niño en Buenos Aires, su historia es la de un apasionado por el deporte, alguien que vivió y vive el fútbol con el corazón.

Volante derecho de baja estatura, pero con una visión de juego enorme, Pablo brilló en San Telmo en los años '60, donde disputó 55 partidos y convirtió 4 goles. Su talento lo llevó a integrar el mítico equipo de 1963, junto a Pozzi, Poggi, Andretta y Frágola, entre otros.

Fue figura destacada y hasta mereció una doble página en la sección “Los Mejores de la B” de la revista El Gráfico. Desde allí, su camino lo llevó a Atlanta, donde debutó en Primera División nada menos que frente a Boca Juniors, en La Bombonera, un 26 de abril de 1964.


OTRAS NOTICIAS:

Ramiro Paileman el goleador de Guillermo BrownFederal A: Domingo horario confirmado para Guillermo Brown y Germinal


Enfrente estaba el equipo de “los Bohemios”, con un tal Timoteo Griguol en cancha. Aquel partido, dirigido por el internacional Roberto Goicochea, marcaría para siempre su calendario futbolero.

Su carrera como jugador continuó en Arsenal, Defensores de Belgrano, All Boys, Argentino de Quilmes y Deportivo Maipú. Pero lo que parecía un retiro tranquilo tomó un giro inesperado, cuando el destino o mejor dicho, una foto en una pizzería de su cuñado, Alfredo Ardetti lo llevó a Puerto Madryn.

Un dirigente de Guillermo Brown reconoció a Collazo en una imagen de la selección de Primera B publicada por El Gráfico y pidió conocerlo. Así comenzó su camino como entrenador en el sur del país. Dirigió a Guillermo Brown, Deportivo Madryn, Independiente de Trelew y a la selección del Valle.

Fue más que un DT: formador, guía, mentor. Comenzó desde cero, armando la utilería junto a Carlitos Monge y forjando una estructura sólida en las divisiones inferiores. A los más chicos les pedía los cuadernos para seguir sus avances en la escuela. Educación y fútbol, siempre de la mano.

En Deportivo Madryn logró uno de sus grandes logros: campeón en 1981 con un plantel talentoso donde se destacaba Mario Silva, a quien aún hoy considera uno de los mejores jugadores que vio en su vida. Pablo que logró salir campeón con el “Aurinegro” en 1981 tras varias temporadas. La historia cerraba otro círculo: el anterior había sido en 1964, el año de su debut en Primera y de su participación en la selección de la B.


OTRAS NOTICIAS:

Facundo Tello y Yael Falcón Pérez serán los jueces argentinos en el Mundial de Clubes.Facundo Tello y Yael Falcón Pérez representarán a la Argentina en el Mundial de Clubes 2025


Su legado no termina ahí. Hoy, vive en Quilmes, donde sigue activo, compartiendo sus conocimientos en la Escuelita de Fútbol de los Trabajadores Cerveceros. “Enseño fútbol, sí, pero también enseño vida”, dice con humildad.

A lo largo de su camino, Pablo siempre se aferró a los mismos valores: la familia, el trabajo, la humildad y la palabra. Y tal vez por eso su historia emociona tanto. Porque es la historia de miles que sueñan con una vida en el fútbol, pero pocos que logran vivirla con tanta dignidad, entrega y pasión. Pablo Collazo, un hombre de potrero, un maestro de la vida, un círculo perfecto como la pelota que lo acompañó siempre.

Hay personas que trascienden el deporte, que dejan una marca imborrable en la vida de quienes los rodean. Pablo Collazo es uno de esos nombres que resuenan con respeto y admiración en cada rincón de Puerto Madryn.

Pablo Collazo un reencuentro con sus pibes de ayer, momentos que marcaron una vida y dejando una huella imborrable en cada uno de ellos.

Foto: Pablo Collazo un reencuentro con sus pibes de ayer en Puerto Madryn, momentos que marcaron una vida y dejando una huella imborrable en cada uno de ellos.

Su pasión por el fútbol, su entrega en cada entrenamiento y su vocación por enseñar hicieron que una generación entera creciera bajo su guía, y hoy son padres y abuelos quienes recuerdan con orgullo lo aprendido junto a él. Collazo no solo formó jugadores, formó personas. Su huella va más allá de los colores de una camiseta: es un referente querido por todos, sin importar el club. En cada barrio, en cada cancha, su nombre sigue vivo como símbolo de valores, compromiso y amor por el fútbol.

Gracias, Pablo, por marcar la vida de tantos con tu ejemplo. Puerto Madryn no te olvida.

   

Te puede interesar

Suscribite al newsletter de #LA17