


En medio de la creciente tensión entre el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) y las cámaras empresarias del sector pesquero, el secretario de Trabajo de Chubut, Nicolás Zárate, alzó la voz con un mensaje contundente: es urgente sentar a todos los actores en una mesa nacional de diálogo antes de que la situación derive en una crisis profunda. La amenaza de paralización total de la flota fresquera y congeladora encendió las alarmas en toda la industria pesquera argentina, con especial preocupación en las provincias del sur.
Zárate advirtió que una medida de fuerza como la planteada por el SOMU tendría un impacto directo sobre las plantas procesadoras, los puertos y toda la cadena de proveedores navales de Chubut, una provincia cuyo entramado económico está fuertemente ligado a la actividad marítima. “No podemos seguir discutiendo a través de los medios ni esperar que esto se resuelva desde el exterior. Necesitamos diálogo, acá y ahora”, sostuvo. El funcionario llamó a priorizar el empleo y la producción nacional por sobre las disputas sectoriales.
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La postura oficial es clara: frenar la escalada del conflicto antes de que afecte a miles de familias trabajadoras. Zárate planteó que no puede recaer siempre sobre el salario del trabajador el peso de los ajustes, y pidió a empresarios y gremios que hagan un esfuerzo de cesión mutua. Según detalló, las cámaras empresarias buscan reducir un componente vinculado a la producción que integra el salario, lo que sumado a la huelga anunciada por el sindicato, podría poner en jaque a toda la temporada pesquera.
“La rigidez no nos va a llevar a ningún lado”, recalcó el secretario de Trabajo, quien insistió en que el gobierno provincial está dispuesto a colaborar para facilitar un nuevo espacio de negociación. Para Zárate, es fundamental bajar el tono, parar la pelota y volver a sentarse con responsabilidad y buena fe. En su visión, el diálogo es la única vía posible para sostener una actividad que es estratégica para la economía chubutense.
El funcionario también recordó que en la temporada reciente, a partir del trabajo conjunto entre las partes, se lograron importantes avances que permitieron sostener los niveles de producción y empleo. Esa experiencia, aseguró, es la prueba de que el diálogo multisectorial puede generar consensos reales y perdurables. Por eso, abogó por replicar ese modelo en este momento de alta tensión.
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El conflicto toma dimensión nacional no solo por la cantidad de puestos de trabajo involucrados, sino también por el peso que tiene el sector pesquero en las exportaciones argentinas. Una paralización generalizada tendría efectos económicos inmediatos y podría deteriorar aún más las condiciones sociales en zonas que dependen casi exclusivamente de esta industria. La preocupación crece en los puertos y comunidades costeras.
Zárate no dudó en subrayar que “el recurso, la producción y los trabajadores son argentinos”, por lo que los acuerdos deben alcanzarse dentro del país, sin recurrir a intermediaciones externas. El llamado apunta a poner en el centro del debate al interés colectivo y al sostenimiento de la paz social, amenazada por una dinámica de confrontación que parece estancada. La urgencia del momento exige, según sus palabras, responsabilidad de todos los actores.
En su mensaje, el secretario de Trabajo evitó tomar partido por una de las partes y prefirió enfocarse en la necesidad de construir un punto de equilibrio que contemple tanto los reclamos sindicales como las condiciones de viabilidad del sector empresarial. “Es posible mantener la paz social”, expresó Zárate, reforzando su apuesta por la negociación frente a la imposición o el conflicto permanente. La consigna del gobierno provincial es clara: producir sin enfrentar a quienes hacen posible esa producción.
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El escenario actual pone en juego no solo la temporada en curso, sino la estabilidad futura de una actividad central para la región. La pesca genera empleo directo e indirecto, impulsa el movimiento en los puertos y sostiene comunidades enteras en Chubut y otras provincias costeras. Por eso, los funcionarios temen que una medida de fuerza prolongada pueda dejar consecuencias difíciles de revertir.
Desde el SOMU se sostiene que los trabajadores vienen perdiendo poder adquisitivo y que la actualización salarial es urgente. Las cámaras, en tanto, aseguran que el componente variable del salario vinculado a la producción se tornó inviable ante el contexto económico. El desacuerdo sobre este punto es el principal obstáculo para llegar a una solución consensuada.
La experiencia reciente de mesas de diálogo, como las impulsadas durante la última temporada, dejaron un precedente valioso: cuando se prioriza la cooperación por sobre la confrontación, es posible sostener la actividad sin deteriorar los derechos laborales ni la rentabilidad del sector. Esa fórmula es la que el gobierno chubutense busca reeditar ante el conflicto actual. La construcción de acuerdos es lenta, pero necesaria.







