


Los consumidores se encontraron este miércoles con una nueva suba en los precios de los combustibles de YPF, que alcanzó el 0,4% y tomó por sorpresa a la mayoría de los automovilistas. El aumento, aunque leve en términos porcentuales, impactó de lleno al momento de llenar el tanque, generando malestar en las estaciones de servicio.


La medida llega apenas dos semanas después de una reducción del 4%, motivada por la baja internacional del precio del barril de petróleo. Este nuevo incremento rompe con esa tendencia descendente que había generado expectativas de mayor estabilidad en el mercado.
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Desde la petrolera estatal no se emitieron comunicados oficiales explicando los motivos del ajuste, lo que acrecentó la sensación de incertidumbre entre los usuarios. El silencio de la empresa generó más interrogantes que respuestas, sobre todo considerando que las condiciones internacionales aún son favorables.
La suba del 0,4% no es en sí misma significativa, pero sí confirma la inestabilidad de los precios del combustible, que varían en cortos períodos sin una justificación clara. Este tipo de ajustes impacta en cadena en sectores como el transporte, la logística y el comercio minorista.
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Además de su efecto inmediato sobre los precios en surtidor, el nuevo aumento complica las previsiones económicas de muchos hogares, que ya venían ajustando su consumo ante la inflación. También afecta a trabajadores del transporte, servicios de mensajería y pequeños productores.
Expertos en energía remarcan que la política de precios de los combustibles debería contar con mayor previsibilidad y transparencia. La falta de información oficial y de lineamientos claros deteriora la confianza y deja a los consumidores expuestos a variaciones imprevistas.
Fuente: Ámbito











