


La clasificación del Gran Premio de Emilia-Romaña estuvo marcada por un momento de alta tensión: el piloto japonés Yuki Tsunoda, integrante del equipo Red Bull y compañero de Max Verstappen, sufrió un durísimo accidente en la Q1 que provocó una inmediata bandera roja y paralizó la actividad en el circuito de Imola.


El incidente ocurrió en la exigente chicana Villeneuve, una sección del trazado reconocida por su complejidad técnica y por haber sido modificada en 1994 debido a su historial de accidentes. Allí, Tsunoda perdió el control del monoplaza RB21, que dio una vuelta campana y se estrelló contra los muros de contención.
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A pesar de la espectacularidad del choque, el piloto salió por sus propios medios y fue trasladado al Centro Médico del circuito como parte del protocolo obligatorio. Según informó la FIA, no se registraron lesiones aparentes y Tsunoda se encuentra en buen estado de salud.
El impacto fue de tal magnitud que se vieron afectadas partes de la pista, lo que obligó a reparar el panel luminoso y la cinta transportadora de neumáticos en el sector del accidente antes de reanudar la sesión clasificatoria.
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La imagen del accidente preocupó de inmediato a los demás pilotos. Desde sus boxes, varios consultaron por la condición del japonés. Oscar Piastri, reciente ganador del GP de Miami, preguntó: “¿Está bien?”. También Liam Lawson, que vio el siniestro por televisión, se comunicó con el equipo para conocer su estado: “¿Está bien? Vi la imagen en pantalla”.
Tsunoda no logró registrar un tiempo válido en la Q1 y, como resultado, largará desde el último lugar en la carrera de este domingo, programada para las 10 de la mañana hora argentina. El piloto deberá enfrentar no solo la dificultad de remontar desde el fondo, sino también el desafío físico y psicológico tras el accidente.
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El episodio se suma a una clasificación cargada de incidentes, en la que también el argentino Franco Colapinto sufrió un fuerte choque en su intento por avanzar a la Q2. Ambos casos subrayan el alto nivel de exigencia del circuito de Imola, que una vez más puso a prueba los límites del automovilismo de elite.











