Rodanteros: Antes de salir con la casilla hay que saber si el auto puede

Turismo26/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
casillas
Atención rodanteros.

La idea de viajar en casilla seduce a miles de personas. La libertad, la ruta, los paisajes y la posibilidad de dormir donde uno quiera generan emoción. Pero detrás de esa fantasía hay una pregunta clave: ¿puede tu auto con todo ese peso?

Muchos autos no están preparados para tirar una casilla. No alcanza con tener una bola de enganche. Se necesita potencia, par motor, buenos frenos, estabilidad y visibilidad total. También hay que revisar papeles, permisos y pesos permitidos.

La potencia es el primer punto a tener en cuenta. No hay una cifra mágica, pero como mínimo se necesitan 90 caballos para remolcar casillas pequeñas. Para una grande, más de 150. Sin fuerza, el viaje puede terminar antes de lo esperado.

El par motor es tan importante como los caballos. Es la fuerza que empuja desde abajo. Si el motor no tiene buen par, el auto sufre en subidas o al arrancar. Los motores diésel suelen tener más par a bajas vueltas.

Los frenos deben estar perfectos antes de salir. Aunque la casilla tenga frenos propios, el auto siempre se lleva la mayor parte del trabajo. Pastillas, discos y líquido deben estar al día. También conviene frenar con el motor en bajadas largas.

La transmisión influye en el rendimiento. Con caja manual se gana control, pero hay que saber usarla bien. Con caja automática, la comodidad sube, pero se necesita un modo especial para remolcar, sobre todo si es un modelo viejo.

La suspensión trasera no puede ceder con la carga. La casilla ejerce un peso constante. Si el auto se hunde de atrás, pierde adherencia adelante. Eso complica el manejo, sobre todo con viento o a velocidad. Hay que considerar reforzarla.


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El reparto de peso dentro de la casilla también importa. Los objetos pesados deben ir cerca del eje. Nada debe ir suelto. Una carga mal distribuida genera oscilaciones peligrosas. El famoso “efecto látigo” puede aparecer sin aviso.

El sistema de refrigeración debe estar impecable. El motor trabaja más cuando tira peso. Si el radiador está sucio o el ventilador falla, puede haber sobrecalentamientos. Es vital chequear el líquido refrigerante y todo el sistema.

Los autos con caja automática deben tener radiador de caja. No todos lo traen de fábrica. Algunos permiten instalar uno adicional. Eso evita que la transmisión se recaliente y prolonga su vida útil.

Los espejos deben permitir ver toda la casilla. La mayoría son más anchas que el auto. Con los espejos originales no alcanza. Hay que poner extensores homologados. Son fáciles de colocar y evitan multas.

Los retrovisores deben ser estables a velocidad. Si vibran o se mueven, complican la visión. Algunos vehículos permiten agregar cámaras, pero los espejos laterales siguen siendo obligatorios.

La visibilidad trasera es clave para maniobras. Estacionar, retroceder o cambiar de carril puede ser un problema sin buen ángulo. La seguridad depende de ver bien lo que pasa atrás.

Antes de viajar, hay que revisar la ficha técnica. La bola de remolque debe estar homologada y anotada. Si no figura, hay riesgo de multa. Además, hay límites de peso con y sin freno.

Hay un permiso especial si el peso es alto. Si el auto y la casilla juntos superan cierto límite, se necesita el carnet B+E. No todos lo saben, pero puede evitarte una sanción grave.

Cada vehículo tiene un peso máximo remolcable. Eso aparece en el manual o en la documentación. No se puede superar. Hacerlo pone en riesgo el auto y viola la ley.


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Las multas por sobrepeso pueden ser altas. Algunos radares ya detectan si el remolque está mal enganchado, si la matrícula no se ve o si se excede el peso permitido.

No se trata solo de evitar multas. Un auto forzado puede romperse en plena ruta. Y un accidente por falta de control puede tener consecuencias mucho más graves.

No hace falta tener un 4x4 para viajar en casilla. Pero sí es clave saber si el auto resiste. Un motor chico, una suspensión blanda o frenos gastados pueden convertir el viaje en una pesadilla.

Es recomendable revisar todo antes de salir. Un mecánico puede hacer una inspección general. También conviene probar el manejo con la casilla vacía en un lugar seguro.

Viajar en casilla requiere experiencia. No es lo mismo manejar con peso extra. El auto frena diferente, dobla distinto y tarda más en acelerar. Hay que adaptar el estilo.

El viento lateral puede afectar la estabilidad. En rutas abiertas o puentes largos, la casilla puede empujar el auto. Una buena suspensión y neumáticos en buen estado ayudan a mantener el control.

El consumo de combustible sube al remolcar. Un motor exigido gasta más. El peso y la resistencia al viento aumentan el esfuerzo. Hay que calcular bien el gasto antes de planear largas distancias.

Las cubiertas deben tener presión correcta. Si están bajas, el auto se vuelve inestable. Si están muy infladas, pierden adherencia. Lo mismo vale para las ruedas de la casilla.

La iluminación del remolque debe funcionar bien. Las luces traseras, los giros y las balizas deben conectarse al sistema del auto. Se controla con un enchufe especial. No deben fallar.

Las rutas con pendientes exigen doble atención. Bajar en marcha corta, sin frenar seguido. Subir con paciencia y sin exigir. La planificación del recorrido es clave para evitar sorpresas.


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Las estaciones de servicio suelen tener espacio limitado. Algunas casillas no entran en cualquier lado. Hay que buscar lugares amplios o con espacio para maniobrar sin riesgos.

El viaje empieza antes de salir. Preparar el auto, revisar los sistemas y entender cómo se comporta el conjunto ayuda a evitar sustos. Remolcar es una tarea seria, no un juego.

La clave es disfrutar sin descuidar la técnica. Con la preparación correcta, se puede viajar en casilla con seguridad. No hace falta lujo, solo sentido común y responsabilidad.

Una escapada con casilla bien planificada vale el doble. El auto, la ruta y los detalles marcan la diferencia. Y lo más importante: que todos lleguen bien y vuelvan con ganas de repetir.

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