

Donar sangre es un acto insustituible que depende exclusivamente de la solidaridad humana. En Argentina, más del 55% de las donaciones proviene de personas que se presentan por voluntad propia. La sangre no se fabrica ni se reemplaza: se dona o no se tiene.

Cada 14 de junio se conmemora el Día Mundial del Donante de Sangre para agradecer a quienes ya donan y para generar conciencia colectiva. El objetivo es ampliar la cultura de la donación para que se convierta en una práctica habitual. El sistema de salud depende directamente de ese compromiso social.
Pablo Camino, médico especialista en hemoterapia e inmunohematología, considera urgente un cambio de paradigma. “Es fundamental que la donación deje de verse como reposición y se convierta en una conducta cultural”. Solo así se garantiza calidad y disponibilidad en situaciones de emergencia.
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El especialista también remarca que la educación puede modificar hábitos a largo plazo. “Los brazos solidarios son la única fuente de sangre disponible hoy”, recuerda el médico con experiencia en hospitales públicos y privados. La transformación cultural debe empezar desde la formación de nuevos profesionales.
Ese enfoque educativo se cristaliza en el proyecto “Lazos de Sangre”, impulsado por la Universidad Hospital Italiano. Desde hace cuatro años, articula la enseñanza con campañas reales de donación. Los estudiantes aprenden y también actúan con compromiso social.
El proyecto se inserta dentro del programa de Estudiantes Extensionistas, que conecta teoría con acciones en terreno. Incluye colectas externas, charlas, visitas al Banco de Sangre y campañas barriales. Así, la salud deja de ser una especialidad y se convierte en un puente con la sociedad.
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Camino afirma que los docentes deben formar técnicos con ética, sensibilidad y conciencia comunitaria. “El médico también educa fuera del consultorio, porque la salud es una construcción colectiva”. Promover hábitos solidarios forma parte del deber profesional.
El modelo apunta a que donar sangre deje de ser una excepción y se vuelva parte de la rutina cívica. Mientras más habitual se haga, menos dependeremos de urgencias o llamados desesperados. Cada donante es un garante silencioso del sistema sanitario.
Donar es un gesto silencioso pero fundamental para sostener la vida de otros. La salud pública no se sostiene solo con infraestructura, sino con voluntades dispuestas a compartir. Y la sangre es el símbolo más poderoso de ese compromiso.
Fuente: NA.








