Manaos mete un batacazo de u$s74 millones y desafía a Coca-Cola con Cunnington

Actualidad31/07/2025Sergio BustosSergio Bustos
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Manaos se expande.

Manaos dio un paso que sacude el tablero de las bebidas en Argentina. La firma Refres Now, controlada por Orlando Canido, concretó la compra de Prodea —empresa detrás de Cunnington y Neuss— por u$s74 millones. La operación convierte a Manaos en un jugador con peso propio frente a Coca-Cola y Pepsi.

Prodea seguirá operando como empresa independiente. No habrá fusiones, ni despidos, ni reestructuraciones. La idea es conservar identidades separadas y aprovechar el posicionamiento de cada marca. Mientras Manaos continuará enfocada en el consumo masivo económico, Cunnington buscará ganar terreno en el segmento medio y alto.

La negociación se hizo de forma directa, sin bancos ni intermediarios. Fue un acuerdo entre empresarios que se conocen y que comparten trayectoria en el rubro. “No necesito un banco para cerrar un trato. Necesito saber si el otro quiere vender y si yo quiero comprar”, habría dicho Canido, según fuentes cercanas.

Cunnington tiene historia. Fue fundada en 1920 por el inmigrante genovés Juan Vicente Sangiácomo y se convirtió en una marca familiar, popular y con fuerte arraigo en el país. Prodea la relanzó en 1997 tras años fuera del mercado. Hoy vuelve a cambiar de manos para jugar en primera.


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Canido no es un improvisado. Tiene más de 50 años en el negocio. Arrancó como distribuidor de bebidas, trabajó con marcas como Bieckert, Crespi, Coca-Cola y Pepsi. También incursionó en líneas alternativas como Sao, antes de crear Manaos en 2004. “Perdí la distribución de Sao, entonces decidí hacer la mía”, recordó alguna vez.

El nombre "Manaos" surgió de casualidad, pero encajó en su visión. Lo compró en un remate, inspirado en la sonoridad brasileña que ya usaban otras gaseosas. Luego repetiría la fórmula con “La Bichy Ahora”, una línea que homenajea a la Beach, rebautizada según la forma en que los consumidores la pedían en los supermercados chinos.

“Hay gente que prefiere pagar $5.000 una botella de marca, pero no toma Manaos porque es argentina. Les molesta que algo nacional le compita a los gigantes”, dijo Canido en una entrevista reciente. Su discurso conecta con un sector del público que valora la industria local.

La planta de Virrey del Pino es su orgullo. Automatizada, con líneas de producción de alta velocidad, produce millones de litros al mes. “Si ven esta planta, piden disculpas por decir que es berreta”, disparó. La comparación con Maradona no faltó: “Manaos es como el Diego. Te puede gustar o no, pero está en todas partes”.

Canido también se define como un empresario de calle. “Mis competidores son contadores. Yo caminé depósitos, descargué camiones y sé lo que cuesta vender una botella”, afirmó. Su estrategia va más allá del precio: apuesta por volumen, cercanía y presencia.


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La compra de Cunnington le permite a Manaos ampliar el repertorio sin renunciar a su esencia. Gana músculo para disputar espacio en góndolas más competitivas, sin dejar de ser accesible en barrios y almacenes. Es una ofensiva por arriba y por abajo.

La jugada no es menor. Las multinacionales observan con atención este nuevo movimiento. Canido no solo se posiciona con dos marcas fuertes, sino que logra visibilidad y poder de negociación frente a distribuidores, cadenas de supermercados y gobiernos.

El mercado argentino de bebidas se volvió más complejo. Con esta compra, el esquema de “gigantes versus segundas marcas” se reconfigura. Ahora hay un actor que quiere meterse entre los de arriba, pero sin dejar de hablarle al pueblo.

“Voy a seguir jugando y vamos a seguir ganando”, lanzó Canido. Su mensaje va para todos: para los competidores, para los consumidores y para quienes no creen que una gaseosa argentina pueda hacer historia.

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