El 70% de las parejas confía el cuidado infantil a familiares en la primera infancia

Siete de cada diez parejas en el Área Metropolitana de Buenos Aires confían habitualmente el cuidado de sus hijos pequeños a familiares, según un relevamiento de la consultora Kantar. El informe, realizado en febrero sobre 300 casos, indica que los abuelos, tíos y otros adultos cercanos se convierten en figuras clave para la crianza, especialmente en la primera infancia.

La frecuencia más común de este tipo de apoyo es de dos o tres veces por semana, aunque un 19% recurre a estos cuidadores todos los días. El principal motivo para dejar a los niños al cuidado de otros es la jornada laboral de los padres, y la mayoría de los encuestados asegura que estas experiencias dejaron recuerdos positivos de seguridad, calma y afecto.

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El uso de niñeras remuneradas se da solo en el 21% de los casos, con mayor presencia en niveles socioeconómicos altos y entre parejas jóvenes, donde alcanza el 29%. Estudios internacionales coinciden en que el cuidado por parte de abuelos y redes cercanas es más frecuente en países de ingresos bajos y medios, donde la estructura familiar extendida cumple un rol de apoyo esencial.

Investigaciones recientes, como las publicadas en la revista Frontiers in Psychology, vinculan estas redes no parentales con un mayor bienestar subjetivo en la adultez. La interacción con adultos significativos fuera del núcleo familiar puede fortalecer la autoestima, la resiliencia y las habilidades sociales desde los primeros años.

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Para la doctora en Psicología e investigadora del CONICET María Roca, “las redes de cuidado no sólo alivian el estrés de los adultos a cargo, sino que enriquecen el aprendizaje infantil y generan entornos más estables”. Estos apoyos pueden ser formales, como jardines maternales, o informales, como familiares y vecinos, y cumplen un papel complementario al de madres y padres.

La Organización Mundial de la Salud señala que los niños necesitan ambientes que combinen salud, nutrición, seguridad, afecto y estimulación temprana. Estas condiciones no siempre pueden ser provistas por una sola persona, lo que refuerza la importancia de compartir la crianza y sumar distintos vínculos protectores.

Los datos de la encuesta muestran que contar con una red de apoyo permite a 7 de cada 10 padres mantener su actividad laboral, mientras que 4 de cada 10 destacan su aporte emocional. La presencia de otros adultos significativos no reemplaza a los cuidadores principales, pero amplía las oportunidades de aprendizaje y acompañamiento, generando beneficios para toda la familia.

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Entre las formas de cuidado más valoradas figuran la atención personalizada, el cariño, el tiempo compartido, los juegos y la transmisión de valores. Estas interacciones diarias —desde una conversación en un paseo hasta una canción antes de dormir— son, para muchos, tan importantes como la alimentación o los controles de salud.

La evidencia sugiere que reconstruir una idea de comunidad alrededor de la crianza puede mejorar el bienestar infantil y adulto. Según Roca, “desde el principio, el aprendizaje ocurre en el marco de las relaciones con otros” y pequeños gestos cotidianos pueden tener un impacto tan significativo como los aspectos materiales.

Fuente: NA