

En el corazón de la Puna salteña, a 3.500 metros de altura, la mina Lindero descubrió 11 millones de onzas de oro, valuadas en US$37.000 millones al precio actual. El hallazgo, comparable a los mayores yacimientos de América del Sur, abre un nuevo capítulo para la minería argentina.


Operada por Mansfield Minera S.A., subsidiaria de Fortuna Silver Mines, la mina inició operaciones en 2020 como el primer proyecto aurífero a cielo abierto de Salta, con una inversión inicial de US$440 millones. Lo que comenzó como una búsqueda de cobre derivó en un descubrimiento aurífero histórico.
Las reservas probadas y probables alcanzan 84,2 millones de toneladas de mineral con una ley promedio de 0,63 gramos por tonelada. Este volumen ubica a Lindero entre los yacimientos más prometedores de la región, junto a proyectos de cobre y litio en otras provincias del NOA.
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El avance tecnológico en lixiviación en pilas permitió incrementar la producción un 6% en el último trimestre, llegando a 24.345 onzas. En 2022, la mina produjo 118.418 onzas y su vida útil estimada es de 13 años.
El impacto económico es inmediato: los US$37.000 millones equivalen a una inyección de divisas clave para el país, en un contexto de presión sobre las reservas. La explotación generará regalías para Salta y cientos de empleos directos e indirectos, revitalizando una zona históricamente relegada.
La Cámara Argentina de Empresarios Mineros proyecta que la minería podría triplicar exportaciones y llegar a US$12.000 millones en 2032, con Lindero como uno de los motores junto al cobre y el litio de San Juan, Catamarca y Jujuy.
El oro de Lindero no solo es valioso por su cotización: su conductividad eléctrica y resistencia a la corrosión lo vuelven insumo esencial en industrias tecnológicas, desde electrónica de consumo hasta paneles solares y baterías.
Este tipo de hallazgos también posiciona a Argentina en la competencia global por minerales estratégicos. Con el precio del oro proyectado en US$5.000 por onza en los próximos años, el valor del yacimiento podría superar los US$55.000 millones.
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El beneficio no será solo para el Estado y la empresa operadora. Comercios, servicios y proveedores locales también recibirán un impulso por la mayor actividad económica en la región. Esto podría significar mejoras en infraestructura, transporte y empleo estable para comunidades puneñas.
A pesar del potencial, la altitud extrema y el aumento de costos operativos en dólares son factores que podrían desafiar la rentabilidad. Las condiciones climáticas, la logística en zonas de altura y la inflación de insumos son variables que el sector sigue con atención.
La mina Lindero se suma así a una nueva fiebre del oro que, si se gestiona con planificación y equilibrio ambiental, podría convertirse en una de las historias económicas más relevantes de la próxima década en el país.




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