Los cultivos que ganan terreno en Argentina como nuevas opciones para biocombustibles

Actualidad11/08/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Cultivo de camelina (Foto: Congreso Aapresid)
Cultivo de camelina (Foto: Congreso Aapresid)

En Argentina ya se destinan unas 70.000 hectáreas a la colza, la camelina y el cártamo, tres oleaginosas invernales que se integran a la rotación agrícola para generar aceites con baja huella de carbono, demandados globalmente para biocombustibles. Su incorporación permite aprovechar los barbechos de otoño e invierno sin competir con los cultivos de verano, sumando rentabilidad y mejorando las condiciones del suelo.

Durante el último congreso de Aapresid, especialistas coincidieron en que estos cultivos ofrecen una oportunidad para intensificar la agricultura y capturar un mercado en expansión. Jorge Bassi, gerente de Marketing de Bunge, destacó que “colza, camelina y cártamo permiten aprovechar el tiempo del barbecho entre dos cultivos de verano y lograr un plus de productividad y rentabilidad en la rotación tradicional”. El modelo funciona mediante contratos en los que las empresas entregan la semilla y reciben toda la producción, que luego se industrializa y exporta.

El cártamo, conocido por productores del norte, encontró en la demanda de biocombustibles un nuevo mercado que impulsó su siembra. Resistente a la sequía y de manejo sencillo, pasó de ser un cultivo marginal a una opción rentable y segura en zonas áridas.


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La colza, por su parte, requiere un manejo ajustado. Daniel Miralles, profesor de la FAUBA, explicó que su rendimiento depende de llegar a la floración con alta biomasa, suficiente agua y nutrientes. Su sensibilidad a la duración del día y a la vernalización exige elegir materiales y fechas de siembra óptimas, algo que el modelo de simulación Cronos permite planificar con datos de 30 años. En lotes bien manejados, puede rendir entre el 40 y 50% del trigo en la misma parcela.

Desde la Universidad Nacional de Entre Ríos, Juan Pablo Hernández resaltó que la colza no solo aporta ingresos, sino que mejora la estructura del suelo. En ensayos realizados en Victoria y en vertisoles cercanos al río Uruguay, se observó mayor exploración de raíces y mejor infiltración de agua, al romper capas compactas y aumentar los macroporos.

La camelina es el cultivo más nuevo de los tres. Martín Beaudeant, de Chacraservicios, la definió como “hacer algo donde no se hacía nada”, ya que aprovecha el barbecho sin desplazar a otros cultivos. Su ciclo corto y baja demanda hídrica (200 mm) permiten cosechar en noviembre y dejar el lote limpio para la campaña de verano. Además, es una herramienta eficaz contra malezas y mejora la infiltración por sus raíces pivotantes.


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Investigaciones de la FAUBA, a cargo de Carina Álvarez, confirmaron que la camelina reduce la compactación, aumenta la infiltración y protege el suelo contra la erosión. Estos beneficios, sumados a su potencial de rendimiento de hasta 4.500 kilos por hectárea con manejo adecuado, la posicionan como una opción sustentable y rentable.

En todos los casos, la ubicación estratégica según clima y tipo de suelo es determinante: colza en zonas húmedas, cártamo en áreas secas y camelina como reemplazo del barbecho en diversas regiones. La clave, según los técnicos, es capacitarse en el manejo específico de cada cultivo para maximizar su aporte económico y ambiental.

Con un mercado global que premia los aceites certificados por su baja huella de carbono, Argentina se perfila para ampliar la superficie y consolidar a las tres “C” como eslabones centrales del futuro energético y agrícola.

Fuente: LA NACION.

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