
Consejos prácticos para actuar ante golpes, fiebre y otros síntomas en la infancia
Otros Temas12/08/2025
REDACCIÓN
La crianza de un hijo implica aprender a interpretar cada gesto, llanto o malestar. Desde las primeras semanas, surgen inquietudes sobre qué es normal y cuándo es necesario consultar al pediatra o acudir a una guardia. Fernando y Valentina Lamas, padre e hija y ambos pediatras, remarcan que la observación y el conocimiento de signos de alarma son herramientas que aportan seguridad y permiten tomar decisiones oportunas.


En casos de fiebre, la temperatura corporal igual o superior a 38° debe confirmarse con un termómetro axilar digital o de galio. Según los especialistas, no siempre el primer pico febril amerita una visita urgente: el cuerpo necesita tiempo para mostrar la evolución del cuadro. “Dejar pasar 36 horas”, es la recomendación que suele dar Fernando Lamas, salvo que aparezcan síntomas preocupantes como vómitos persistentes, decaimiento extremo o dificultad para respirar.
Los cólicos en recién nacidos, provocados por la inmadurez intestinal, son habituales y no requieren tratamientos invasivos. La lactancia materna, el contacto piel con piel, los masajes y algunos probióticos son aliados para aliviar el malestar, explican. En cuanto al reflujo, diferencian entre el “vomitador feliz” y los casos que provocan dolor o irritabilidad, donde el control pediátrico es indispensable.
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Entre los síntomas digestivos, vómitos y diarrea pueden presentarse juntos o por separado. El riesgo de deshidratación aumenta cuando ambas manifestaciones coinciden, por lo que frenar los vómitos y asegurar la ingesta de líquidos es prioritario. Se recomienda reposo gástrico de 20 a 30 minutos antes de ofrecer pequeñas cantidades de agua fría o leche materna. Las diarreas virales, frecuentes en la infancia, pueden durar entre 10 y 14 días y no requieren dietas estrictamente astringentes.
Los golpes en la cabeza generan especial inquietud en padres primerizos. Somnolencia, vómitos posteriores a la caída o falta de coordinación motriz son señales para acudir a una guardia. Los pediatras aclaran que no todos los traumatismos terminan en una tomografía, pero sí es necesario observar al niño durante 6 a 12 horas posteriores al incidente.
Reacciones alérgicas, picaduras y mordeduras forman parte del día a día infantil. Un brote pasajero que desaparece en minutos suele ser benigno, pero los casos persistentes o con hinchazón importante requieren evaluación médica. Las cremas locales y los antihistamínicos indicados por el pediatra son opciones seguras para aliviar la irritación.
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En cuanto a intoxicaciones, la prevención comienza en el hogar: guardar productos de limpieza fuera del alcance, no trasvasar líquidos a envases de bebidas y asegurar muebles y electrodomésticos. Ante la ingesta de una sustancia peligrosa, no siempre se debe inducir el vómito; lo correcto es llamar de inmediato al pediatra o a un centro de toxicología.
Los especialistas también insisten en la importancia de estar preparados para atragantamientos. Cursos de RCP y maniobras de desobstrucción para bebés y niños pequeños pueden salvar vidas. “Si el nene tose, hay que dejarlo hacerlo; se interviene cuando la tos ya no resuelve la obstrucción”, indica Valentina Lamas.
Finalmente, recomiendan que el botiquín de primeros auxilios incluya antitérmicos, solución fisiológica, gasas estériles, un antihistamínico autorizado y los elementos adaptados a las necesidades específicas del niño. Contar con estas herramientas y el seguimiento cercano del pediatra de cabecera es la mejor base para actuar con seguridad ante imprevistos.
Fuente: LA NACION.
















